¡Callate! » Sproier

SIETE

Le voy a hablar. Eso voy a hacer. Sí. Obvio. Obviamente que sí; concéntrate. Soy rápido.

¡No, no lo soy! ¡Soy un tarado, lento, que no puede decirle a alguien algo antes de salir corriendo!

Por favor, Spreen, tranquilízate. Tranquilo, mentalizado, obvio que puedo. Él solo es un chico, común y corriente, tiene casa, y come, y respira, igual que vos.

¡Estás loco! ¿LO ESTÁS? Él es Roier, ¿Entendés? ¡Roier! Es el chico que te gusta desde hace un montón, ese chico que lo miras y te encanta. Decís que te vas a casar con él, invitaste a todos a su casamiento. ¡Sos un exagerado! Pero te das cuenta que no sólo es un chico. Él es «el chico».

—Spreen, ¿en qué pensás?

Me giro a ver a Quackity y niego.

—No, nada.

Bueno, no era tan mentira. Pensaba en ese nada que era todo, pero si el nada era todo, quizá no estaba pensando con relevancia. Claro, es que estaba muriendo lentamente mientras me cuestionaba si hablarle o no sería una buena idea. Estaba nervioso, y algo en mí se mantenía inerte a todo lo que pasaba. Veía a Quackity, a Mariana y a Roier, alternando la vista, pero sólo eso.

Quería concentrarme en algo, pero por más que los viera, ni siquiera en Roier podía. Creo que estaba demasiado consternado por todo, muy miedoso, y eso era tan, pero tan malo que me quedaba quieto e inmóvil a los que los demás dijeran.

—¿Estará bien?— escucho de nuevo a Quackity preguntarle a Mariana.

Sí, los escucho, y sí, les presto atención. Sin embargo, también estoy en otras cosas.

¿Le gusto o no? Porque, ¡La puta madre! Ese chico me hacía dudar tanto que me ponía a bailar en un estado de monotonía, pensando en todo y sintiéndome como un tonto. ¡LOS CHICOS SON TAN COMPLICADOS!

—Seh— me resta importancia. —Cuando algo le preocupa, o piensa mucho, se queda viendo a la nada pensando en todo.

No sabía que él ya había nombrado mi estado de cálculo mental.

Esperen. Si le gusto... Y ya sabe que me gusta... Y ya lo besé, ¿por qué no me dice nada? ¿Será que, en realidad no le gusto?

—¿Y cuánto dura ese estado? ¡Parece que va a llorar!

No, bueno, no voy a llorar aunque internamente mí alma sea un mar.

—Hasta que resuelva lo que piense.

—¡Ahh! ¡Hasta que hable con él!

Paren... Denle la vuelta a esto y esperen. ¿Ustedes creen que yo, sabiendo que estoy hundido, rechazado, expulsado, deshonrado hasta con mis vacas, humillado y casi en la friend-odio-zone voy a hablarle?

Ya los veo, "Dale, no perdés nada". Sé que no tengo dignidad, pero, pero, ¡No puedo humillarme más! Hablar con él, recita, única y especialmente a... Vergüenza.

—No voy a hablar con él— menciono firme.

Quackity me mira, y después mira a Mariana quien también me mira.

No sé si es porque hablé, o por lo que respondí. Cualquiera de las dos, su mirada parece estar aterrada y preocupada.

—¿Terminó el viaje, tan rápido? ¿Terminó de pensar?

—No, va a volver en un... No, sí, ya volvió.

Por otro lado, si yo no le hablo y sí le gusto... Puedo perder al amor de mí vida por eso, ah, ¿ven?

oDiO aCá.

Por eso las relaciones nunca fueron lo mío y me resigno a ser yo, porque en cuanto alguien me gusta empiezo a actuar como el nene que muy en el fondo soy. Después me pongo a decir pelotudeces, y luego inteligencias y todo va a ser un remolino.

Hablar con él, no era buena opción.
No hablar con él, tampoco era buena opción.

—¿Qué crees que este pensado?

Si supieran que también me pregunto si mí mente se fija en algo, o solo vaga sin rumbo por las cosas.

—No sé, piensa en todo y en nada. Aunque estoy seguro que intenta resolver el problema de su novio.

Me exaltó y miro a Mariana algo distraído.

—No es mí novio— digo, lamentablemente.

Y bueno...

¿La conclusión? Mejor me quedo encerrado y aprendo en casa. Supero al amor de mí vida, y me resigno a vivir con mí madre por siempre y para siempre.

—Sí, está pensando en eso. Aunque, bueno, supongo que justo ahora está pensando en su futuro.

¿Son adivinos, o qué?

Dio igual, mí mente vagaba principalmente en esa duda:

¿Hablarle o no hablarle?