TRES

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Incomodidad. Eso era lo que yo tenía en este momento. Roier estaba sentado enfrente mío, viendo a la mesa, y yo solo vagaba la mirada entre Mariana y Quackity. Ambos parecían congeniar en la idea de necesitar que nosotros nos pusiéramos en vergüenza, cosa que era intimidante, y... Me ponía nervioso. El hecho de pensar que ese chico me gustaba y que, quizá yo no le gustaba a él, me atemorizaba más.

—¿Para qué me llamabas, Mariana?— casi parece evitar el verme a la cara. Me siento molesto, arremetido, pero sobretodo, decepcionado. —¿Hice algo?

Todos me miran, y yo siento que quiero caer ahí porque... Que puta vergüenza. En serio, que él me mirara me hacía sentir tan, ¿débil? Pero que los demás lo hicieran, sabiendo que Roier me gustaba era aún peor, ellos sabían que yo estaba muriendo en debilidad.

En ese momento Mariana mira sus movimientos, y Quackity me mira a mí. Intento no dar a mostrar mucho, no dar a entender que me estoy intentando suicidar en la posibilidad de toda mí existencia porque a ese grado, solo dos personas sabían de mis oscuros (ni tanto) sentimientos. Me refiero a, nadie nunca hubiera esperado que yo hiciera eso.

—Bueno... Roier, te quería preguntar por algo que pasó— la mirada de Mariana me atemoriza. Pero me recargo en mí mano, restando importancia. Roier cree saber de lo que habla y me dedica una mirada fugaz. —¿Por qué ya no te sientas con nosotros?

Noto que en su mirada se deshace ese sentimiento de frustración. Roier suelta aire, que posiblemente retenía en sus pulmones. Algo en mí también se tranquilizó (obviamente, porque imaginen tener la presión de que al fin- y no directamente- te iban a decir en la cara que no le gustabas, que sos la peor cosa y que ese beso robado fue, horrendo). Sí, ese era el peso que salió de mis hombros, pero entró el otro. Si él respondía algo incómodo, o conforme con el beso... Bueno.

Significaba peligro.

—Spreen me dijo que yo hablaba mucho...

¿Pueden ver qué me quiero dar trompadas en la cabeza y repetirme mil veces lo pelotudo que soy? ¿Se dan cuenta? ¿No? Bien. Internamente, me estoy muriendo porque, aunque no lo dijera, tener al chico era... Re lindo.

—Pero él siempre te...

Roier puso su mano enfrente de él, intentando seguir.

—Sí, bueno— él me mira. Por primera vez siento eso que muchos dicen. "Me va a dar algo, quizá es porque..." —Spreen me cae bien.

No noto... O, bien sí. Pará. ¿Qué significa que él...? ¿Ven por qué escapo del sentir algo por alguien? Cuando algo nos gusta, es difícil no emocionarse. Por ejemplo, él llevó unos pantalones el otro día y se veía, muy bien. Hay veces en las que se me hace difícil no sentir algo, no sentir que él simplemente me gusta más de lo debido.

—Que giro inesperado— dice Quackity.

—Sigo sin entender. Si Spreen te cae bien... ¿Por qué te dejaste de sentar con nosotros?— pregunta de nuevo el de piel clara, y se agarra la pera pensativo. —Ah, cierto. Eres parte del club y pensábamos meter a Quackity, pero necesitamos que también digas que sí.

—Quiero decir...

Dios. Soy yo, mí estadística y la manera en la que su mirada me atraviesa que comprendo que algo anormal está pasando.

—Spreen, el dedal que me diste fue lindo.

¡Callate! » SproierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora