Ángeles Oscuros #la destruccion de Caliban#

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La Herejía de Dorn

El silencio de Caliban había provocado el envío de todo tipo de mensajes astropáticos, pero el más inesperado de todos provino del Primarca de los Puños Imperiales, Rogal Dorn. En lugar de la esperable declaración de guerra, el Pretoriano del Emperador les envió una confesión diciendo que él también conspiraba contra el Imperio. Los nuevos amos de Dorn, los Dioses del Caos, habían descubierto los estudios de Luther sobre su reino, y estaban muy impresionados por el potencial que mostraba. Dorn prosiguió diciendo que la rebelión colgaba en la balanza, y que la presencia de los Ángeles Oscuros de Luther en Istvaan sería inestimable para aplastar a las Legiones Astartes que no podían ser convencidas de unírsele.

Aunque Luther era reticente a abandonar sus preparadas defensas, la rebelión de Dorn parecía su única oportunidad de quitarse el opresivo yugo del Imperio de encima. Dorn hizo ofertas de ayuda para su lucha, y señaló que las expediciones del León se habían internado y ralentizado tanto dentro de las Estrellas Necrófago, que las tropas de Luther podrían viajar a Istvaan y volver cómodamente antes de que los Leales pudieran llegar a Caliban. Aunque las ofertas de ayuda eran tentadoras, lo que finalmente convenció a Luther de unirse a Dorn en Istvaan fue que sería la ocasión perfecta para ennegrecer irreparablemente la reputación de Lion El'Jonson. Al ir a Istvaan, los Ángeles Oscuros - todos los Ángeles Oscuros - serían vistos como Traidores y herejes por mucho que su Primarca lo negase.

A pesar del número relativamente pequeño de Ángeles Oscuros presentes en Istvaan, la Legión se cobró muchas vidas entre los Leales Guardias del Cuervo. La desesperación de Corax por encontrar a Rogal Dorn les empujaba a atacar las líneas rebeldes una y otra vez, solo para encontrar que sus famosas fintas eran predichas, interrumpidas y destrozadas con habilidad consumada. Cuando la masacre acabó, y los supervivientes extendieron la noticia de la rebelión por todo el Imperio, el nombre de Lion El'Jonson fue pronunciado con el mismo desprecio que los de Guilliman, Manus, Vulkan y Dorn. Una vez cumplida su misión, Luther regresó a su mundo natal no con armas ni con maestros de asedio, sino con ciertos artefactos arcanos diseñados siguiendo sus instrucciones, y un nombre. El verdadero nombre de la entidad demoníaca que habitaba bajo las desoladas Tierras Salvajes del Norte de Caliban.

La última vez que Luther había estado en este lugar, los Vigilantes en la Oscuridad habían rechazado con desprecio sus ruegos de ayuda. Esta vez sería diferente.

En lugar de como un suplicante, caminó con bravura, como correspondía a un señor de los Astartes, y al portador de grandes poderes. En cuestión de segundos, el furioso siseo de los susurros rompió el silencio, y salieron de las sombras - más de una docena de ellos - para rodearle. Desde las profundidades de sus capuchas llovieron acusaciones de hechicería y brujería disforme, y muestras de furia por haberse atrevido a traer semejante corrupción a su presencia.

Antes de que pudieran cumplir sus amenazas de venganza, Luther alzó el artefacto que Dorn le había dado en pago por sus servicios en Istvaan. Una maravilla de artesanía tecnoetérea, y construida según sus especificaciones, que ni siquiera los maestros forjadores de los Puños Imperiales que la habían creado podrían haber adivinado su propósito. Los Vigilantes solo tuvieron tiempo de mostrar el más breve gesto de preocupación antes de que el artefacto se activara, y las figuras encapuchadas cayeron sobre sus rodillas cubiertas por las túnicas llenos de sorpresa. Desenfundando su pistola, disparó a una de las diminutas criaturas, y le agradó ver que la bala destrozaba lo que solo podía imaginar que era la cabeza encapuchada de la figura. Parecía que los datos recogidos por su auspex en su primera visita habían sido valiosos después de todo.

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