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La Herejía de Dorn

Con su mundo natal sumido en las revueltas, Perturabo ordenó a los Guerreros de Hierro que regresasen a Olympia a toda prisa. Mientras viajaban, el Señor de la Guerra Horus les informó de la traición de Dorn en Istvaan, y de las fuerzas demoníacas que se disponían a hundir al Imperio en una guerra civil galáctica. Aunque Perturabo se burló inicialmente de la existencia de tales criaturas de pesadilla, parecía que su desconfianza hacia Dorn había estado bien fundada. Solo mucho después, tras la matanza de la Herejía y de los mundos de la Jaula de Hierro, se reveló toda la extensión de los planes de Dorn. Istvaan V había sido diseñado como una trampa para aplastar a las Legiones que Dorn no había podido convertir a la adoración a los Poderes Ruinosos. En lugar de arriesgarse a que los Guerreros de Hierro descubriesen la emboscada de Istvaan, los agentes de Dorn habían fomentado el alzamiento de Olympia para alejarlos de la inminente guerra. Afortunadamente, habían subestimado la fuerza de la recién reforzada guarnición de Olympia, que fue capaz de reimponer rápidamente el orden y empezó a eliminar a los demagogos del Caos y a sus equivocados seguidores. Confiado al saber que su mundo natal estaba asegurado, Perturabo redirigió su flota hacia el planeta que con toda seguridad sería el destino final de Dorn: Terra.

Aunque anteriormente habían odiado sus Mundos Guarnición, durante su viaje se hizo evidente lo efectivos que eran manteniendo el orden, y el vital papel que jugaban al mantener abiertas las líneas de suministro para los Leales. Mucho menos bienvenidas fueron las guarniciones que habían cedido recientemente a los Puños Imperiales, que estaban cumpliendo básicamente la misma función en favor de la causa Traidora. No había tiempo para arrasarlas, pero Perturabo juró a su Legión que regresarían a recuperarlas tan pronto como la insurrección de Dorn hubiese sido aplastada. Por encima de todo, debían alcanzar Terra y salvar al Emperador, pues perderlo a Él sería perderlo todo.

Este mantra fue mucho más difícil de soportar cuando escucharon las súplicas de sus aliados en Marte. Estaban siendo atacados no solo por sus hermanos corruptos por el Caos y las Legiones Titánicas Traidoras, sino también por los Astartes de los Manos de Hierro, de quienes se decía que se estaban preparando para desatar alguna terrible arma en las profundidades del Laberinto de Noctis. Perturabo ansiaba ir a Marte, pero con los Hijos de Horus listos para desembarcar en Terra, no tenían otra opción que seguir camino. Las desesperadas peticiones del Mechanicum se convirtieron pronto en amargas y furiosas amenazas, y en el ultimátum de que si no acudían de inmediato, estarían "muertos por toda la eternidad" para ellos. Todo tipo de venenosas acusaciones fueron pronunciadas, llamando a los Guerreros de Hierro rompedores de juramentos y cosas peores, de forma que la flota había bloqueado sus frecuencias mucho antes de que las transmisiones globales del planeta rojo cayesen en un ominoso silencio.

La guerra rugió a lo largo y ancho de Terra, pero los Guerreros de Hierro se vieron atraídos inexorablemente hacia el Palacio Imperial. Era la autoproclamada obra maestra de Dorn en el campo de la ingeniería defensiva, la causa de la disputa entre ellos desde Schravann. Ahora disfrutarían derribándolo ladrillo a ladrillo. El Señor de la Guerra les había ordenado solo mantener a los Traidores encerrados dentro, lo que ralentizaría su avance hacia la entrada de la sala del trono del Emperador. Cuanto más tiempo permaneciesen distraídos y sin enterarse de Su verdadera localización, más tiempo tendría el Señor de la Humanidad para lograr que Sus planes se cumpliesen. Perturabo, no obstante, no estaba satisfecho simplemente con bombardear desde lejos el palacio. Quería romper los muros y demostrar a Dorn, de una vez por todas, la superioridad en el asedio de su Legión.

Los Guerreros de Hierro probaron las defensas y defensores del palacio con vigor, obteniendo valiosos datos sobre las debilidades de su diseño, pero perdiendo a muchos Hermanos de Batalla en el proceso. Al ver esto, Horus le dijo que retrocediese, pues esos hermanos serían necesarios después. Incluso Konrad Curze, desde el otro lado del planeta, contactó con Perturabo y le rogó que retrocediese. Los Guerreros de Hierro, sin embargo, no habían dado la espalda a liberar los Mundos Guarnición ni a ayudar a sus amigos del Mechanicum para no enfrentarse con su enemigo más odiado y desaprovechar la oportunidad de acabar con la Herejía de Dorn de una vez por todas.

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