Capítulo: 2

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El inicio de la desgracia



En el puerto de la isla Beag una mujer con una pequeña bebé en brazos, y, de frente a ella, su esposo, quien se encontraba llorando a mares mientras le decía cosas a la niña, algunas no eran siquiera entendibles. Cuando terminó su momento dramático, abrazó a su esposa con delicadeza, besando posteriormente sus labios, como si de una muñeca de porcelana se tratase.




- Lamento mucho tener que irme y dejarlas solas cariño— Habló en hombre mientras cargaba a la pequeña.
- No te preocupes, sé cuanto amas el mar y ser pirata, además, esta es una isla tranquila, no pasará nada—Con algo de delicadeza se puso de punta y beso la mejilla de su marido.
- Pero-
- Pero nada idiota, estaremos bien. Además, dijiste que vendrías seguido— La chica tomó en sus brazos a la bebé y la arropó más.
- Y lo haré, ahora tengo que irme, por favor, cuídate mucho y a la pequeña Nami también, no sé qué haría sin ustedes. No dejes que la Marina te atrape—Sus ojos detonaban una gran preocupación, el miedo a perder a su esposa e hija lo estaba carcomiendo por dentro.
- Tranquilo, he huido por mucho tiempo, puedo seguir escondida— Sonrió dulcemente y besó la frente del más alto mientras le tapaba los ojos a su hija.


Cuando vió al barco de su marido y su tripulación alejarse por el horizonte, supo que algo andaba mal. A diferencia de la mayaría del tiempo, el cielo comenzó a nublarse, el aire se puso tenso y las aves empezaron a volar de forma extraña y nerviosa de la isla, fue entonces que miró al sureste, lugar donde las aves había huido, y lo que vió la dejó paralizada.

Un buque de la Marina se acercaba. Corrió con su pequeña en brazos hacia su casa, avisando en el proceso a las personas del pueblo. Cuando llegó a la calidez de su hogar, fue directo al sótano donde se encontraba una bola de cristal, su bola de cristal. Al ver el futuro de la isla se echó a llorar de la impotencia, eso malditos destruirían todo solo para encontrarla.

Con una gran furia lanzó la bola, junto a todas sus pociones, libros de hechizos y pergaminos a la chimenea, así nunca podrán llevarse lo que quieren.

Sin esperarlo el llanto de Nami la sobresaltó, no quería ese terrible destino que le esperaba a ella le pasase a su hija. Con su bebé en brazos llamó a su pequeña ayudante, tenía un plan para que su hija y su aprendiz vivieran una vida tranquila.

Cuando terminó de cantarle a Nami su nana favorita, unos golpes en la puerta la pusieron en estado de alerta, más el llamado de una chillona voz hizo que corriese a la puerta y entrara a la niña de cabello púrpura.


- Muy bien Nojiko, supongo que ya sabrás las nuevas noticias— Exclamó mientras tomaba un vaso de agua.
- Si señorita Elizabet, todo el pueblo empezó con la alerta ámbar— Dijo la pequeña mientras se revolvía en su asiento con nerviosismo.
- Bien, tengo un plan para salvarte a ti y a Nami. Ahora escúchame atentamente— Con algo de fuerza la agarró por el hombro.

Luego de explicarle su plan, que se resumía en que, cuando llegue la Marina, traten de escabullirse en uno de los buques. Aunque al inicio Nojiko se negó, terminó aceptando solo por su hermanita pequeña.

De repente, el sonido de una explosión hizo eco en todo el lugar. "Ya están aquí". Fue lo único que pudo pensar Elizabet. Corrió a esconderse en un lugar secreto de su ático mientras Nojiko salía de la casa corriendo con Nami en brazos, dirigiéndose a algún lugar cerca de el puerto, para lograr escabullirse más fácilmente, mientras tanto, cubría los oídos de la pequeña para evitar que llorase.

Por otro lado, los ciudadanos estaban siendo obligados por la fuerza a decir donde se encontraba Elizabet. Aunque ninguno de ellos dijo nada, un Marín descubrió la casa, por lo que ahora una gran tropa y el vicealmirante se dirigían allí.

La reencarnación de Afrodita  /#PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora