Capítulo 8

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Su cercanía con Izuku, que de por sí ya era baja, fue reducida a prácticamente cero. No le gustaba, odiaba tener que evitar a alguien tan importante en su vida pero no tenía más remedio.

Caminó de regreso a su casa con Shinso a su lado, conversaban de forma cálida, sin ningún silencio incomodo de por medio. Katsuki tomó una distancia prudente después de enterarse de los sentimientos de su amigo, ella no le haría pasar lo mismo que sufría. Esa confusión, desespero e impotencia, no era capaz.

—Bien. Te dejo que hoy me invitó a salir alguien— dijo ya cerca de la casa de Katsuki

—¡Entonces vete, no la hagas esperar!— la emoción llenó su expresión.

Ambos se despidieron con un pequeño abrazo y el pelimorado salió corriendo hasta perderse. Una sonrisa adornaba sus labios, genuinamente feliz por su amigo.

Siguió caminando en la soledad hasta su hogar, no estaba a más de 3 minutos, pero esos fueron suficientes para que su cabeza se llenara de envidia. No por la chica que tendría a su amigo, sino por la facilidad con la que fue superada por él mismo.

¿Era realmente tan fácil dejar de amar?

Sacudió la cabeza tratando de disipar esos pensamientos. No era lo mismo. Shinso se enamoró de ella momentáneamente, supo decidir su lugar como amigo y no como interés amoroso, fue algo corto. Ella, por otro lado, llevaba enamorada muchos años de alguien que no la soltaba pero tampoco la atrapaba.

Entró a su hogar, su madre la saludó con una sonrisa simple y le sirvió su almuerzo. Se sentó y disfrutó de la comida casera de su madre. Comió lento, dejando a su mente maquinar a su gusto, no tenía intenciones de detener su castigo por ser tan tonta.

Subió a su habitación luego de despedirse de su madre quien se iba y volvía hasta la otra semana.

Más tiempo sola, genial.

Pensó con sarcasmo escuchando la puerta principal cerrarse para posteriormente escuchar el susurro del motor alejarse hasta desaparecer y mezclarse con los demás sonidos de la gran ciudad.

La noche cayó, ese viernes no planeaba hacer nada más que su tarea, revisar sus redes sociales y dormir. No quería salir ni al patio, decidida a acostumbrarse a la soledad nuevamente.

Un fin de semana aburrido y silencioso. En clases no hizo más que estar sola pues por lo visto, a la nueva amiga de Shinso no le era tan grata su presencia. Lo veía venir, eso siempre pasaba.

Lo merecía igual. Nunca fue buena amiga en ese tema, le gustaba la atención y la quería solo para ella. No había espacio para novias en su amistad, o bueno, así era con Izuku. Era horrible.

Comía en silencio, su humor era tranquilo, no se sentía alterada o incomoda. Los días lejos de Izuku dejaron de ser una tortura y pasaron a ser momentos de paz.

Tal vez, finalmente, estoy dejando de amar

La idea le gustó.

El siguiente fin de semana era el último que tendría sola antes del regreso de su padre. El viaje de su mamá se extendió hasta próximo aviso, serían solo ella y papá sobreviviendo en un mundo hostil. Amaba a su padre.

A eso de las tres de la mañana su puerta fue tocada con fuerza. El estruendo la hizo saltar de su cama con su pulso resonando en sus oídos, su flujo sanguíneo se aceleró calentando su piel. Nerviosa bajó las escaleras y abrió la puerta que seguía sacudiendose con los toques salvajes.

—¡Kacchan!— Escuchó al otro lado de la puerta.

Su cuerpo se relajó aunque su corazón seguía palpitando con mucha fuerza. Temblorosa tomó el pomo de su puerta y la abrió dejando a la vista a Izuku, totalmente borracho.

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⏰ Última actualización: Apr 03, 2023 ⏰

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