Louis se sentó en el borde de su cama vieja, mirando la escayola en la mano a la suave luz de la lámpara de la mesilla. En todas las veces que había lanzado un puñetazo en su vida, rara vez se había roto uno de sus propios huesos en el proceso. Esta vez era un metacarpiano, uno de los huesos de la mano. Y le dolía mucho. Toda su muñeca tenía que estar inmovilizada, como resultado, tenía una escayola verde brillante en el brazo.
Era una herida común en una pelea a puñetazos, pero Louis aún no podía creer que la mandíbula de su padre le hubiera roto la mano.—Quien iba a imaginar que el viejo me rompería la mano —se quejó.
Harry estaba detrás de él, apoyado contra la cabecera.—Voy a empezar a llamarte Louistanium.
—Eso es inteligente.
—Lo sé.—¿Duele igual al golpearme? —Preguntó Louis.
—Sí.
—Bien —dijo Louis, apaciguado al mirar la escayola y tirando del algodón suelto del borde. Sabía que Harry no estaba contento, pero no estaba seguro de que podía hacer al respecto. Miró por encima del hombro de nuevo—. Es divertido.
Los ojos de Harry eran oscuros y su rostro inexpresivo, pero una de las esquinas de su boca se curvó.
—¿Por qué?
—Oh vamos. La única vez que le doy un puñetazo y ¿sale mejor que yo? Es gracioso. Como Charlie Brown con el fútbol.
Harry sonrió un poco y puso los ojos en blanco. Alzó la mano para tocar a Louis, deslizando los dedos a lo largo de la base del cráneo hasta el cabello.Louis se recostó en el toque, cerrando los ojos mientras el alivio se apoderaba de él. No podía sacudirse la sensación de muerte inminente que siempre estaba bajo la superficie, pero había aprendido a vivir con ello. Lo único que importaba era que Harry estaba allí con él y sus padres se habían tomado la noticia infinitamente mejor de lo que jamás imaginó.
Tenían todo el derecho a estar enojados con él, no sólo por mentirles, sino también por huir. Se giró y se arrastró hacia Harry, estirándose para recostar la cabeza en el regazo de Harry.—Siempre pensé que después de que se enteraran desaparecería este gran peso de mi pecho.
Harry le acarició el pelo.
Has estado llevando ese peso mucho tiempo, Louis. Necesitarás tiempo para no sentirlo tanto.—Tal vez tengas razón. —Miró a Harry, levantando una mano para tocarle el rostro—. Habla conmigo, cariño.
Harry sonrió.—Me encanta la forma que dices eso. —Sus dedos vagaron por la frente de Louis—. ¿De qué quieres que hable?
—No seas espeso. ¿Que piensas sobre todo esto?
Harry miró el edredón un largo momento, apretando los labios.—Estoy enfadado.
—Lo sé —dijo Louis suavemente—. Háblame de ello en lugar de echármelo encima más tarde.
Harry resopló, pero ambos sabían que era válido.—Nunca me ha gustado la relación que tienes con tu padre. Siempre me pareció que era más un sargento que un padre. Pero no es asunto mío, ¿sabes? Criticarlo. — Harry se detuvo—. Pero ¿verle haciéndote daño? Eso es inaceptable para mí. Posiblemente imperdonable.
Louis asintió. Él sabía que la relación con su padre, hacia el exterior, disparaba todos los botones rojos de Harry. Pero Earl era un buen padre; no tenía nada más que recuerdos felices. Tal vez Earl fuera más un sargento que un padre, pero había funcionado. Claro, había tensión, pero desafiaría a cualquiera a que le mostrara una relación perfecta entre padre e hijo. Esta noche había sido la primera vez que Earl había levantado la mano a uno de sus chicos.