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—Hay problemas más grandes que eso. —Harry se arrodilló para mirar debajo de la camioneta.
Una bala golpeó la puerta, a centímetros de su oreja. Se tiró al suelo. 

—¡Jesús!

Otra bala impactó donde había estado la cabeza.

—¡Harry, vete! —Gritó Louis—. Está en el corral, ¡entra!
Harry y Joe rodearon la camioneta a la carrera, poniéndolo entre ellos y el francotirador en el corral. Harry miró debajo para ver a Louis acostado, serrando la pieza dentada de su escayola que había quedado atrapada en el chasis.

—Vamos, Louis.

—No es precisamente fácil aquí debajo. ¿Qué tan cerca está el fuego del tanque de gasolina?
—Demasiado cerca. Vamos, cariño.

Louis tiró de su brazo, pero su codo golpeó el suelo. No podía encontrar nada donde apoyarse para liberarse, y el cuchillo era pequeño y romo.

—No se suelta.

—¡Vamos, Louis!
Un disparo resonó en la parte superior de la camioneta.

—¿Dónde está Cody? —le preguntó Louis con los dientes apretados.

—No lo sé.

—Nos dirigíamos a buscar la caverna bajo la caseta de bombeo cuando el fuego comenzó. O bien le dispararon o él me disparó.

—¿Qué? –gritó Joe mientras se tumbaba para mirar debajo de la camioneta también.

—¡Jesucristo!

—¿Qué caverna? —exigió Joe, su voz subiendo más.

—Mark está dentro, no es él —dijo Harry a Louis.

—¡Entonces tiene que ser Cody! –gritó Louis. Tiró de su mano en señal de frustración, sin ningún resultado.
Harry alcanzó bajo la camioneta para ver si podía ayudar, pero Louis estaba demasiado lejos. Sus dedos apenas rozaron el hombro y no importaba cuanto se estirara, no podía agarrarlo. Era su peor miedo hecho realidad, ver con impotencia cómo su amante luchaba por liberarse.

—¿De qué demonios estás hablando? —exigió Joe.

—Alguien ha estado moviendo drogas en el rancho —dijo Harry con los dientes apretados.
¿Y pensaste que era Mark?

—No lo es. Pero quien quiera que sea tiene a Sadie.

—¡Te dije que deberíamos haber cortado esta maldita cosa, Harry! —gritó Louis, con la voz quebrada por la frustración.

—¡Lo siento!

Hubo un grito desde el interior.

—Ve, Harry —instó Louis mientras continuaba serrando la escayola.
Harry se debatía entre quedarse allí para cubrir a Louis, e ir al interior para proteger a su familia. Dudó.
Louis volvió la cabeza, sus ojos ensombrecidos. 

—¡Vete, Harry! ¡Vete!
Harry le miró fijamente durante un momento congelado, luego se arrastró fuera y corrió hacia la puerta principal, con Joe tras sus talones. Los disparos les persiguieron por las escaleras. El dolor quemó a través de su muslo y tropezó, lanzándose hacia adelante a través de la puerta. Rodó por el mármol dejando un rastro de sangre tras él. Se agarró la parte posterior de su pierna y su mano salió manchada de sangre.
Joe cerró la puerta, luego se arrodilló a su lado y comenzó a tirar de su cinturón para detener el flujo de sangre.

—¡Papá! –gritó Harry.

—¡Estamos bien! —respondió Harrison desde algún lugar en lo más recóndito de la casa. Algunas de las habitaciones en el centro de la casa no tenían ventanas. Estarían a salvo a menos que la casa se incendiara.
Harrison y Mark se apresuraron a salir del estudio de Harrison, llevaban una escopeta y un rifle, y Harrison se arrodilló junto a Harry cuando Joe apretó el cinturón alrededor del muslo. Harry gritó de dolor, pero Joe no le prestó atención mientras lo ataba.
Harrison puso su mano sobre el hombro de Harry. 

C&R⁶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora