Una luna para París

Capítulo 1: La primera flecha de cupido

Quisiera decir que desde el inicio estábamos aquí, tumbados en el pasto a la luz de la noche, donde pude entender por fin lo que significaba la luna para París. Lo comprendí cuando pude ver la luna reflejada en sus ojos, que aunque muy oscuros frente a la tenue noche, para mí siempre brillarían. Y es aquí donde comprendí, que siempre querría tener una luna para París, si eso significaba ver esos ojitos brillar con tanta ilusión.

– Es muy bonita, ¿Verdad? – preguntó girándose hacia mí, permitiéndome ver su rostro lleno de felicidad, resaltando aún más esas pequeñas manchitas marrones que decoran su piel. Como si una lluvia de estrellas le hubiesen decorado todo su rostro.

– ¿Qué cosa? – le pregunté haciéndome el desentendido, como si no supiese a lo que se refería o como si no lo hubiera estado observando.

– La luna – respondió señalando con la punta de su dedo hacia la esfera que alumbraba el cielo nocturno –. Es muy bonita – se abrazó a sí misma.

– No tanto como tú – solté, Y entonces pareció sonrojarse, aunque sus ojos se habían vuelto un poco más oscuros por el halago – quizás por la dilatación de sus pupilas –, nunca dejaron de reflejar la luz. En toda esta oscuridad, podía ver luz en los ojos de París.

Presente

06 de agosto de 2022

(Narra París)

Esa sensación de sentir que perteneces, pero al mismo tiempo como si no lo hicieras. Estaba con mis amigos y me sentía cómoda, pero en el momento en que desaparecían de mi vista, me sentía congelada en mi sitio. Sintiendo ese miedo creciente en mi vientre o ese pensamiento de: "Si me muevo no podré resistir más". Quizás era absurdo, pero así me sentía en ocasiones, siempre intentando controlar esa sensación para que no se salga de control.

– Vamos afuera por algo de tomar – dijo Nicholas con Sammy a su lado, y yo los seguí.

Llegamos a la barra, Sammy y Nicholas estaban delante de mi, la verdad no tengo ni idea de lo que estaban pidiendo. Yo estaba detrás de Sammy jugando con mis dedos, esperando mi turno para pedir algo.
La noche estaba perfecta, el faro que alumbraba la barra hacía muy bien su trabajo, porque con la oscuridad que estaba haciendo, siempre es bueno un poco de luz.

Mi panorama se oscureció de repente, pero lo más raro es que había sido de un solo lado, como si una nube se hubiera posado sobre mi cabeza. Dirigí mi atención a mi lado izquierdo, encontrándome con el perfil de un chico. Estiré mi cuello hacia arriba, encontrándome con sus ojos y un pequeño lunar debajo de su ojo izquierdo, luego él hizo contacto con los míos. Inmersos en una competencia por ver quién mantenía la mirada por más tiempo.

¡Pero que atractivo!

Vamos París, contrólate.

– Wow, eres muy lindo – solté en voz alta, sin siquiera pensar en lo que acabo de decir.

– Tu también eres muy linda – respondió achicando sus ojos, cómo tratando de recordar –. Nos vimos ayer, en el partido – comentó y siendo sincera, no lo reconocí.

– Oh, hola  – saludo Sammy con una voz hipnótica o de esas que son cómplices.

– Feliz cumpleaños – dijo Nicholas segundos después. Así que hoy es su cumpleaños.

– Bueno, creo que nosotras nos vamos – Sammy me agarró del brazo y volvimos dentro. La música volvió a invadir mis oídos, resonando con fuerza.

No le estaba prestando la atención que debería al ritmo que parecía ser muy divertido para todos los que estaban a mi alrededor, más yo solo podía pensar en aquel poste de luz – aunque este oscureció todo para mí – es bastante alto y muy guapo, la verdad aún no creo que yo  haya dicho tal cosa y mucho menos que él me respondiera.