Capítulo 14: El otro lado de París

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Ahí estaba esa campana molesta otra vez, es muy irritante.

— Creo que es hora de irnos de aquí — se incorporó y me ofreció su mano para levantarme —. Quisiera que podamos vernos hoy por la tarde —dijo aún sin soltar mi mano.

— Hoy no puedo, tengo ensayo en el teatro — estoy tan emocionada por la nueva obra que vamos a presentar. Serán unos meses de trabajo duro,pero valdrá la pena. Es solo un paso más cerca de mis sueños.

— Es una pena — tomó aire —. ¿Puedo pasar por ti al menos? — ¡no puedo con este chico!
— Si, puedes pasar por mi — conteste.

— Me conformo con eso — sonrió y salimos rumbo a nuestra clase.

Es de alguna forma extrañamente placentera el estar aquí, frente a las tablas

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Es de alguna forma extrañamente placentera el estar aquí, frente a las tablas. Me reencontré con algunos compañeros y otros tantos son nuevos. Siempre están las típicas presentaciones, cada uno dice su nombre y también comparten si alguna vez han realizado algo con respecto a las artes escénicas.

Por ahora la primera clase es expresión corporal. No tengo ningún problema para desenvolverme en este campo. Es bueno ver el esfuerzo de todos y las ganas de intentarlo, también soy consciente de que no todos llegarán hasta la recta final; para algunos esta será su primera y última clase, otros llegarán hasta la mitad y el resto nos quedaremos hasta lo último. Nos quedaremos hasta que los nervios se sientan en la punta de los dedos y las ganas de vomitar o salir corriendo afloren, hasta que sientas la complicidad absoluta con tus compañeros de escena y todas las emociones que te embarcan, en ese momento sabrás que lo lograste y al escuchar los aplausos del público no querrás dejar de hacerlo jamás. Es por eso que cada esfuerzo, cada lágrima, cada gota de sudor y cada sacrificio vale la pena si luchas por lo que amas y por lo que deseas hacer. Si es para ti, las puertas se abren solas y de no ser así, se abrirán ventanas.

Ya nos merecíamos un pequeño descanso y para eso tenemos unos cuantos minutos, para comer y charlar. Digamos que para algunos es un poco tedioso el hecho de ver en donde sentarte y con quien, pero como si algo me atrajera de manera absorbente, me acerqué a una chica. Cabello un poco más claro que el mío y ojos verdes, no, azules o tal vez ambos. Y entonces la observé un poco más, estaba tecleando de forma desenfrenada en su mini tablet, como si se le fuese la vida en ello. La curiosidad crecía en gran manera dentro de mi, ¿Qué estaría escribiendo?

— ¡Holaaaaa! — ese era el chistoso y revoltoso de Leo, es el que causa la mayoría de las risas aquí junto con Bella. Y quieren una pequeña recomendación de mi parte, no los junten demasiado, son como la pólvora y el fuego, juntos pueden hacer un revuelo en cualquier momento.

— ¡Hola amigues! — saludó efusiva y sin nada en sus manos. Les contaré un secreto, siempre se termina comiendo su merienda en el auto cuando viene de camino. Es que no logra resistirse a las cosas dulces.

Todos nos sentamos en un gran círculo, cada uno con algo para comer o beber en mano. Contando anécdotas sobre proyectos anteriores, y los nuevos se unían a la plática conforme pasaban los segundos. Ella estaba en su mundo, a veces levantaba la mirada y comentaba una que otra cosa.

Una luna para París Donde viven las historias. Descúbrelo ahora