Capítulo 6

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Esa noche durmieron juntos, o más bien, Irene se quedó en su cama. Él comenzó a estar incómodo por la pierna y se intentó levantar. En algún momento de la noche ella se había puesto el pijama, lo que le privó de unas vistas estupendas. Porque sí, era alta y atlética, pero lo tenía todo puesto en el lugar adecuado.

Se fue al baño y después de lavarse como buenamente pudo, no quiso despertarla para darse una ducha completa, salió con las muletas hacia la cocina. Conectó a Smith y se sentó en el sofá. Tenía apetito, pero quiso dejar dormir un poco más a Irene.

Smith salió del rincón y configuró la IA para introducirla. De esa forma, podría responder a sencillas órdenes con el sintetizador de voz, conectaba con Internet, con su lista de reproducción o con la cuenta de Amazon que había creado para hacer pruebas de compra. Era como una Alexa con piernas.

—Smith, ¿qué tiempo hace hoy?

El androide se acercó y con su voz algo metalizada le dio la previsión del tiempo para ese día. Josh se puso muy contento, la primera prueba estaba yendo bien. Después le dio órdenes sencillas, búsquedas por Internet, poner una lista de reproducción, subir la voz, bajar la voz, e incluso probó a comprar unos auriculares por Amazon.

La notificación de la compra le llegó al correo electrónico y sonrió satisfecho. Estaba funcionando bien.

Irene salió despeinada, mirando con mala cara a ambos.

—¿De verdad tenías que hacer pruebas con esa voz a estas horas?

—Son las ocho y media, mi jornada laboral...

—Que sí, que sí. ¿Un café?

—Sí, y algo más, tengo apetito.

Ella sonrió y se giró hacia él.

—¿Mucho ejercicio anoche?

—Sí, pero me redujo el dolor, creo que habrá que utilizar la prescripción médica normal.

—¿A qué te refieres? —dijo ella sin caer en su broma.

—Ya sabes, uno cada ocho horas, como los antiinflamatorios.

Ella se echó a reír y movió la cabeza.

—Menuda cara tienes. ¿Huevos revueltos?

—Sí. El pequeñín ya ha conectado con Internet y funciona bien.

—¿Puedes ponerle un sistema de rastreo de todas las operaciones que haga?

—Lo tiene, tenemos un log donde se graba todo. Te lo enseño después de desayunar.

—Está bien, muerto de hambre.

Al poco rato, el desayuno ya estaba en la mesa. Había también zumo natural.

—Vaya, qué bien —dijo Josh.

Desayunaron comentando hablando un poco de todo y luego Irene dijo que se iba al gimnasio, que se pondría los auriculares y que, si la necesitaba, que la llamase.

Josh se quedó comprobando que las secuencias de información se grabasen bien, hizo un par de pruebas y después intentó que Smith cogiera un vaso, esta vez de plástico. Poco a poco, la pinza fue calibrando la presión y la destreza y consiguió que se lo trajera al sofá.

—Qué bien. Le mandó un vídeo a Paul para demostrarle que había hecho progresos, pero no le contestó. Quizá era la hora de almorzar.

Se estiró, satisfecho y cuando estaba pensando en llamar a Irene para tomar un café, sonó el timbre. Seguro que era Rebeca, que le traería más comida. Como pensó que le vendría bien levantarse, tomó las muletas y se acercó a la puerta.

Una historia de amor realDonde viven las historias. Descúbrelo ahora