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Jungkook era lo opuesto a Park Jimin, pero también lo opuesto a su padre, tal vez no sería un buen alfa dominante para su omega en un futuro, pero de algo estaba convencido, no sería un mal padre, jamás dejaría a un hijo abandonado, mucho menos a despensas de que otra persona desconocido lo golpeara o amenazara porque le dejó una deuda de mucho dinero, que clase de ser humano tenía un corazón tan malvado para hacer eso, pues los padres de Jungkook eran esos candidatos para obtener él premio de los peores padres del mundo, entonces surge la interrogante, ¿Para que traer cachorros al mundo si no sabrás ser un buen padre?

A Jungkook poco le importaba si otro alfa quería cogerse a su padre, finalmente estaría librándose de él de una vez, esa deuda que le habían implantado por obligación ya no sería la suya, si no que sería transferida a manos de su dueño original, su padre.

—  Deja ya de reír niñato de mierda.  

Uno de los cojines del sofá cama del recibidor de Jungkook se estampó con fuerza contra su rostro, dejó de reírse una vez que sintió aquella cosa gorda llena de plumas picar en su cara, realmente fue algo muy molesto para él.

—  Puedes irte, no tengo tiempo para tus estupideces, ahora resulta que un alfa le quiere coger él...

— No te atrevas a decirlo. 

Gritó él hombre descontrolado agarrando otro cojín, Jungkook alargó la comisura de sus labios, todo ese asunto le causaba mucha gracia, por un segundo se había olvidado de la propuesta de Park Jimin, algo que debía pensar muy seriamente era si debía aceptar o no, todo estaba siendo muy complicado, Jungkook nunca miró a su jefe de una forma lasciva, para él sexo con un omega era lo más normal del mundo, pero con su jefe no, en ocasiones se quejaba de que era un poco viejo para seguir siendo un inmaduro, aunque su rostro expresara juventud, no era menos cierto que Jimin ya no tenía 20 años.

En el mismo instante en que su padre se marchó de su casa, su teléfono sonó, se demoró en descolgar ya que la pantalla nombraba a Kim Namjoon, no tenía fuerzas para escuchar sobre sus tantas amenazas, pero si no cogía la llamada, entonces se aparecería en su departamento y haría un desorden total.

¿Ahora qué?

Vaya carácter enano. Sólo quiero saber de tu padre. ¿Ya sabes el paradero de ese idiota?

No sé nada de él, no lo veo en semanas.

Jungkook, Jungkook, no es muy recomendable que me mientas, te dejaré en paz a cambio de tu padre ese era el trato.

Sí, pero no sé dónde está.

Ok niñato, sólo por hoy te creeré.

Espera, no cuelgue.

¿Qué?

Sí te entrego a mi padre. ¿Qué le harás?

Cosas de adultos.

Se escuchó una risa burlona, luego colgó, Jungkook puso aun lado de sus piernas él aparato, al parecer su padre no estaba siendo un exagerado. 

Decidió darse una ducha una vez que recuperó los sentidos, a veces la vida era una locura en si, él no podía resolver nada desde su posición, así que era mejor darse un refrescante baño e irse a dormir, estaba bastante exhausto por una larga jornada laboral, aunque aun existían muchas cosas en las que pensar.

Jeon Seokjin era un alfa de 42 años, cuando su esposa se embarazó, eran a penas unos chicos jóvenes inexpertos, sobre todo él que era un inepto total, no sabía como cambiar un pañal, si él bebé se convertía en cachorro se volvía loco pensando que estaba enfermándose, Jungkook era muy pequeño para recordar las tantas veces a la que fue a un hospital por culpa de la ignorancia de sus padres, no existía una clara figura adulta que los ayudara a convertirse en padres, mucho menos ayudarlos a conocer la verdadera responsabilidad que significaba serlo, no era un mal padre en ese entonces, amaba a su hijo, lo quería proteger a toda costa, pero el abandono de su omega lo hizo enloquecer. No existe amor más grande que el de un padre hacía a un hijo, eso es algo que poco a poco fue dejando de lado.

La Mentira Perfecta ♥︎ KMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora