Conversación

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Habían pasado...un par de días tranquilos desde que Giyuu había llegado a la casa de los Kamado, lo que sinceramente no había esperado el azabache, ambos días el hogar siendo azotado por las fuertes ventiscas y la nieve que parecía no dejar de caer.

Las horas, el tiempo mismo, parecían desdibujarse por el clima constante y helado, pero Tanjuro-san tenia un pequeño reloj que le ayudaba mucho para poner en perspectiva todo y no verse la familia afectada por el clima perpetuo e inamovible.

En general...era agradable, le gustaba mucho pasar tiempo con su nuevo amigo y los hermanitos del mismo pues, sorprendentemente, se habían apegado a él inmediatamente después de haberse despertado Tanjirou y él ese primer día con los más pequeños a sus costados, Nezuko incluso había estado sujetando su ropa como si fuera un peluche y Giyuu no había tenido el corazón o la voluntad de moverse hasta que los adultos se habían levantado notándolo confundido sobre que hacer, lo que les sacó un par de risitas...¿divertidas?.

Todavía lo confundía un poco el porqué habían actuado así y no le habían gritado o reprendido por "acercarse" a los niños, pero después de 24 angustiosas horas sin haber sido confrontado por eso optó por dejarlo de lado y mejor mostrarse precavido para no cometer ninguna ofensa que enfocarse únicamente en esa ocasión especifica, era demasiado estrés para concentrarse en una sola interacción.

A pesar de la tormenta helada fuera de la casa tenia el oído y todos sus sentidos atentos a cualquier peligro o amenaza dentro o fuera del hogar. No creía que los cazadores al ser humanos se arriesgaran a perseguirlo en medio de una tormenta de nieve, pero solo conocía estar en alerta constante e idear planes para huir en caso de emergencia.

Por otro lado, Giyuu descubrió que le gustaba cocinar, o al menos ayudar cuando Kie-san le permitió asistirla en la cocina. Si, la primera vez había estado tenso todo el tiempo y esperaba ser atacado o amenazado por la espalda, pero eso no pasó y se sintió en cierto grado agradecido y feliz por no ser violentado de alguna forma, después con la poca familiaridad fue fácil seguir las instrucciones, adelantarse a ellas, e incluso encargarse por completo de algunos guisados o platillos simples.

Y por las sonrisas que Tanjirou le lanzaba al probar la comida que había ayudado a hacer junto a la familia supo que al menos era decente en ello aun si no podía comer dicha comida.

Aunque esa pequeña chispa de alegría casi siempre era superada por la intensa sensación de incomodidad, estrés y pánico al ser arrastrado a acompañarlos en las comidas por los Kamado más pequeños. No quería faltar el respeto o cruzar un limite o regla, por lo que cuando la insistencia fue demasiada después de que él intentara dar excusas para no ir y no comer no pudo decir que no.

Fue demasiado el nivel de ansiedad y temor el estar presente y tener que negar una y otra vez los intentos de los niños por hacer que comiera al punto de creer que seria echado por rechazar tantas veces a los presentes. Volteó a ver incluso muchas veces a Tanjirou desesperado por ayuda y un escape, miraba a los adultos asustado y en pánico interno esperando una reacción negativa, intentaba descifrar que hacer, que era lo que podía y que era lo permitido.

De nuevo había sido una sorpresa cuando Tanjirou no fue el único que lo ayudo sino que también los adultos le habían dicho a sus hijos que si él no quería comer o no tenia hambre no podían obligarlo.

Todavía estaba ansioso por ese comentario y apoyo; sin saber que esperar después, aterrorizado de darle más evidencias de su identidad a la familia para que no lo sacaran.

Y sinceramente: tenia hambre, siempre tenia hambre y siempre estaba controlándose, activamente bloqueando de su sentir la sanación en su estomago, ignorando la hambruna, postergando el tener que tomar sangre hasta estar en el limite, haciendo que durara más tiempo sin necesitar el liquido carmesí con el paso de los meses. Ya no era tan salvaje la sensación como al principio donde sentía que lo desgarraba por dentro el vacío y pasaba días y noches luchando consigo mismo para no perderse, pero llevaba mucho tiempo educándose con el temor de atacar a alguien que no estaba dispuesto a bajar las defensas aun si había mejorado infinitamente con el peso del año.

"Yo tu sol, tu mi luna" |Giyuutan|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora