Sorprendentemente, aunque no desagradablemente, Kamado Tanjuro fue testigo de como Giyuu se envolvía cada día más y más en la dinámica familiar conforme pasaban los días. Por supuesto, todavía estaba en constante alerta y se sobresaltaba con los más mínimos ruidos exteriores temiendo que el origen de dichos sonidos fueran cazadores que lo estuvieran buscando para matarlo, lo cual no era un terror fuera de lugar, él mismo junto con su amada Kie habían estado atentos a murmullos en el pueblo, a chismes de boca en boca, que pudieran evidenciar una chispa del uniforme del cuerpo o la espada especial que usaban que Giyuu les había comentado en una ocasión que le habían preguntado el arma que usaban.
Dejaron de intentar calmar al niño de ojos azules a las dos semanas viendo que no ayudaba, para continuar con la táctica de toques suaves y reconfortantes para distraerlo de su ansiedad y nervios al verlo voltear hacia afuera. Parecía ser una mejor alternativa en vista de como los músculos de relajaban y el pequeño prácticamente se derretía hambriento de tacto.
Por otro lado, ninguno comentó nada sobre como sabían que Giyuu solía escaparse tanto en el día como en la noche, por horas, para estar solo y practicar, primero con una rama, y luego con algo parecido a una espada de madera que no sabían de donde había sacado pero sospechaban que el niño la había hecho en uno de sus paseos por el bosque, movimientos fluidos y elegantes, refinándolos con cada repetición, dejando ver algo del poder real que tenia.
Tanjuro sospechaba que tenia que ver con la rutina que había mencionado antes, si el niño se la había pasado solo, escondiéndose, entonces tuvo que haber hecho algo para mantenerse ocupado y enfocado, y para haber evadido durante tanto tiempo al cuerpo de cazadores...bueno, Tanjuro no tenia dudas de su fuerza, agilidad y pensamiento rápido que debía de acompañar el comportamiento tranquilo y calmado.
No le dirían nada porque parecía ayudar, solo mantendrían un ojo por si el menor se extralimitaba, aun si era un demonio.
Mm...tal vez podría pedirle a su amigo carpintero un favor, le encantaría conseguirle una espada real al único del cual estaba seguro había sido entrenado para usar una con responsabilidad, pero la curiosidad de sus otros hijos era un enorme factor a considerar.
No seria ahora sino en algún tiempo, cuando estuviera seguro que los niños no se mutilarían por accidente entre si al intentar "tomar prestada" la cosa afilada.
Suspiró al un ventisca helada entrar a la casa y recorrerla hasta llegar a su posición arrodillado en el suelo frente a su baúl.
En pocos días seria año nuevo, y como cada año debían de tener todo listo para la danza en ofrenda para el Dios del fuego.
Alcanzó la caja al fondo que contenía el atuendo y los accesorios sonriendo para su mismo; su hijo mayor comenzaba a aprender con rapidez y perseverancia un paso a la vez, y no dudaba que en unos años, cuando Tanjirou fuera mayor, pudiera tomar el lugar de este viejo constantemente enfermo.
Pero solo cuando estuviera listo, si es que Tanjuro podía darle ese regalo con su extraña salud.
Abrió la tapa de la caja para sus ojos ser llamados inmediatamente al amarillo y rojo. Pasó una mano por la tela gastada.
A veces se preguntaba del origen real de la respiración, de donde había salido, del por que, de quien había sido el primero.
Un baile ritual que coincidentemente era también un arte en ofensa y defensa con un arma, más si sumaban el mundo transparente...en estos días las preguntas rondaban su mente seguido porque la forma en la que Giyuu respiraba, tan similar pero tan terriblemente diferente, no podía ser una coincidencia.
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"Yo tu sol, tu mi luna" |Giyuutan|
Fanfiction"¿Hola?" "Se que estas ahí..." "Puedes salir, nadie te hará daño" Frunció el ceño temiendo no conseguir resultados...y unos orbes azules, profundas y brillantes gemas preciosas con la pupila rasgada en una rendija, enmarcados por una mata de cabell...