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Luego del beso compartido, ambas mujeres se separaron tímidamente la una de la otra. La gruesa línea que existía entre ellas, y marcaba la diferencia entre jefa y asistente, se había convertido en cuestión de segundos en una delgada barrera que corría el riesgo de romperse.

Tras un momento de evidente incomodidad, la abuela Eleonor se levantó del sillón, ignorando por completo la tensión que rodeaba a la morena y a Jenna, y abrazó a ambas mujeres diciéndoles lo feliz que estaba por ellas y por el anuncio de su compromiso.

El resto de la fiesta todos los invitados se encargaron de felicitarlas y persuadirlas para que fueran invitados a la futura boda que se avecinaba, a lo que Jenna y Maya solo respondían con una sonrisa, forzada por su puesto, y asentimientos de cabeza.

Horas más tarde, la madre de Maya convenció a ambas de despedirse de todos los invitados e irse a una zona apartada de la casa, donde no se podía escuchar el ruido de la fiesta, para que pudieran descansar después del viaje.

Las cuatro mujeres continuaron su camino Eleonor y Emilia iban adelante discutiendo alegremente sobre todo lo que estaba sucediendo en la vida de la morena, mientras que Maya y Jenna iban siguiéndolas y empujándose mutuamente ya que la castaña había comenzado a burlarse de la morena por ser en su juventud lo que parecía ser una niña superdotada.

—Ya llegamos —Sonrió Emilia mientras abría la habitación y se adentraba en ella —Este es su dormitorio —Dijo cuándo todas finalmente entraron.

Jenna abrió ligeramente la boca. La habitación tenía una combinación entre lo rustico y lo elegante; el piso era de madera sintética, al igual que el piso de la mayoría de la casa, combinando perfectamente con los muebles de caoba y las sábanas color crema de la cama.

—Caramba —Caminó por la habitación con asombro; la vista que proporcionaban las enormes ventanas que habían era hermosa, al igual que todos los detalles que habían dentro de la habitación —Esto es hermoso —Acarició el mueble que yacía frente a la cama —Y la vista es fenomenal —Dijo señalando las ventanas.

—Y aquí está la cama —Dijo Eleonor con una sonrisa.

—Increíble. Qué exquisita cama —Admitió —Se ve realmente exquisita.

Mientras que la castaña hablaba sobre lo increíblemente cómoda que se veía la cama de la habitación, Maya comenzó a deambular por el lugar; hacía años que no había vuelto a su casa y estaba sorprendida por las mejoras que le habían hecho, sobre todo en las habitaciones de invitados.

—Y ¿dónde está el cuarto de Maya? —Preguntó la morena logrando llamar la atención de la morena, quien giró al oír su nombre.

—Tranquila —Rio la madre de la pelinegra —Nadie está en contra de que duerman en la misma cama —Le guiñó un ojo.

—Exacto —Afirmó la señora de cabellera blanca —Maya dormirá contigo — sonrió.

Jenna les regaló una sonrisa a ambas mujeres y después volteó a ver a la morena.

—Excelente Nos encanta dormir juntas y acurrucarnos.

—Somos grandes fanáticas de acurrucarnos —Agregó la morena caminando hacia la castaña para después rodear su cintura y pegar su espalda a su pecho.

Antes de que Jenna pudiese quejarse por la acción de la pelinegra, un pequeño perro de color blanco entró corriendo a la habitación asustándola por completo, cosa que hizo que se pegara aún más a la morena.

—¡Dios mío! ¿Qué es eso? —Se removió entre los brazos de la morena logrando soltarse para después situarse detrás de ella al ver como el pequeño perro se acercaba.

𝙇𝘼 𝙋𝙍𝙊𝙋𝙐𝙀𝙎𝙏𝘼 [JENNA ORTEGA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora