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Hablar de la muerte de sus padres quizá no fue la mejor decisión que había tomado, y es que, durante toda la noche a pesar de estar abrazada a la morena y sentirse de alguna forma segura, había estado teniendo pesadillas sobre aquella noche.

—¿Dónde estoy? —Preguntó la castaña un poco desorientada.

Algo atontada, la morena observó a su alrededor y recordó que se encontraba en Sitka, específicamente en la enorme casa de la morena. Al pensar en la morena, el rostro de la castaña volteó instantáneamente hacia su lado derecho, donde yacía acostada Maya.

—¿Qué hora es? —Murmuró minutos después de haberse percatado que se había quedado como tonta mirando a la pelinegra —Vaya, es algo tarde —Dijo observando el reloj —Hace mucho frío aquí dentro ¿Dónde está? ¡Oh, aquí! — Tomó lo que parecía ser el control del aire acondicionado y le hizo click a un botón, ocasionando al instante que las persianas de las ventanas comenzaran a levantarse —Demonios —Masculló mientras volvía a apretar el mismo botón que había presionado con anterioridad —Odio la tecnología.

Un par de balbuceos salieron de la boca de la morena llamando la atención de Jenna, quien volteó a verla para asegurarse de que no estuviese a punto de levantarse.

Después de percatarse de que la pelinegra aún estuviese completamente dormida, la morena se mordió el labio inferior Maya se veía totalmente hermosa durmiendo, cosa que ocasionó que Jenna tomara un espejo y se viera a sí misma.

—Dios mío —Dijo al ver su relejo.

Con algo de desesperación, la morena comenzó a peinar su cabello hasta acomodarlo por completo y después se levantó de la cama con cuidado para caminar hacia su bolso y tomar su estuche de cosméticos, del cual tomó un pequeño brillo de labios y se lo colocó.

Aún con inseguridad sobre su aspecto matutino, la castaña se adentró al baño y cepillo su cabello una vez más para después cepillar sus dientes y comenzar a darse pequeños golpes en las mejillas para agarrar algo de rubor en ellas y no verse tan pálida.

—¡Servicio a la habitación! —Gritaron un par de voces después de que se oyeran tres golpes en la puerta, cosa que asustó a Jenna y la hizo abrir los ojos con sorpresa.

—Joder —Murmuró saliendo del baño y tirándose directamente sobre la cama.

—¡Desayuno para la pareja feliz!

—Hmmmmm —Se quejó la morena —¿Jenna? ¿Qué diablos haces? —Habló con voz ronca.

—Lo siento, no quería despertarte, me asusté.

—¿Por qué?

—¡Buenos días! —Dos toques a la puerta y el saludo espontáneo de parte de las voces de sus padres fue la respuesta a la pregunta de la morena.

—¡Por eso! —Dijo entre dientes la castaña.

—¡Un segundo! —Gritó la morena —Voy a abrir.

—No, no, espera —La detuvo Jenna tomándola del brazo —Quédate aquí, tienen que pensar que somos una pareja, ¿recuerdas? No salgas de la cama.

—Está bien, ¿qué se supone que debo hacer?

—Déjame entrar —Exigió levantando las sábanas —¿Qué? —Cuestionó al sentir el par de ojos color verde sobre ella.

—¿Traes maquillaje?

—C—claro que no —Respondió metiéndose debajo de las sábanas.

—¿Qué debemos hacer?

—Abrázame y pégateme.

𝙇𝘼 𝙋𝙍𝙊𝙋𝙐𝙀𝙎𝙏𝘼 [JENNA ORTEGA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora