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—¿Qué estás haciendo, papá? –Preguntó la morena.

—Necesito hablar con ustedes dos –Respondió –Ahora.

Jenna y Maya se voltearon a ver al mismo tiempo.

—Todo estará bien –Le susurró la pelinegra a Jenna.

—Síganme –Pidió Nathan con voz demandante.

—Vamos –La morena tomo a la morena de la mano.

Los tres rodearon la casa y después de unos cuantos metros llegaron a una bodega, misma bodega que en su adolescencia le había servido a la morena como escondite cada vez que se peleaba con su papá, donde en la actualidad el padre de Maya guardaba herramientas, madera y una que otra cosa que ya no se ocupaba en la casa.

—Tu mamá no se debe enterar de esto –Dijo Nathan directamente a su hija antes de abrir la puerta y entrar –Vamos, entren –Les sostuvo la puerta.

La primera en entrar fue Jenna, quien después de unos cuantos pasos se detuvo en seco al ver al Sr Segarra parado y con una sonrisa a unos cuantos metros frente a ella. Por su puesto, el asombro en su rostro no fue desapercibido por la morena, quien al ver las facciones del rostro de Jenna volteó rápidamente a ver lo que lo había ocasionado, sorprendiéndose por completo al ver al hombre que las entrevistaría el lunes por la mañana.

—Les dije que las iba a vigilar –Habló Segarra sin borrar la sonrisa de su rostro.

—¿Qué has hecho? –Preguntó la morena volteando a ver directamente a su padre.

—El señor Segarra llamó y me dijo que tal vez has estado mintiendo, y bueno, él está completamente convencido de que así es, así que me dijo que te iba a mandar a prisión –Explicó Nathan –Y por ello lo traje a Sitka.

—¿Qué diablos tienes en la cabeza? –La morena no podía creer que su padre realmente se sentía en todo el derecho de meterse en sus asuntos.

—Por suerte para ti, Maya, tu padre negoció un trato en tu nombre –Dijo Segarra antes de que Nathan respondiera –Y esta oferta de paz solo va a durar 20 segundos, así que escucha muy bien –Se acercó a la morena –Vas a declarar que este matrimonio es un fraude o te irás a prisión. Si dices la verdad, quedarás absuelta y ella regresará a Canadá –Señaló a la morena.

Jenna volteó a ver a Maya y después a Nathan, quien la observaba con severidad.

—Acepta el trato, no seas ridícula –Habló Nathan al ver que su hija se había quedado en absoluto silencio –Vamos, Maya. Ella no vale la pena –Al oír aquello la morena agacho la cabeza, no sabía cómo sentirse –Acéptalo.

—No lo voy a aceptar –Respondió Maya.

— No seas estúpida, Maya –Gruñó su padre.

—¿Quiere una declaración, no? –La morena ignoró por completo a su padre y se dirigió hacia el Sr Segarra, quien al oírla presionó un botón de su grabadora –Hace tres años que trabajo para Jenna, y hace apenas seis meses comenzamos a salir. Nos enamoramos, ambas – se señaló a sí misma y a la ojimarrón –Le propuse matrimonio hace poco y ella aceptó ¿Y sabe qué más? Si verdaderamente quiere saber la verdad sobre mi relación con Jenna, quizá debería preguntarle a mi madre y no a este hombre –Señaló a su padre.

—Maya, basta...

—No, basta tú –Volteó a verlo –Dices que no puedes creer que de la nada comencé una relación con una mujer que aparentemente odiaba, ¿pero sabes por qué es que nunca te enteraste de nada?, bueno, eso es porque te gusta estar metiendo las narices en donde no te necesitan. Es mi jodida vida, ¿vale?

𝙇𝘼 𝙋𝙍𝙊𝙋𝙐𝙀𝙎𝙏𝘼 [JENNA ORTEGA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora