¿Cómo nace el Amor?

En el bosque (I)

Logró dormir quizás dos horas, era necesario despertar a las 4:30 y estar listos para marchar a las 6:30, sentía la cabeza explotar, el cuerpo entumecido, la lengua seca entre muchos síntomas que la aquejaba.
Aún el cielo no mostraba rayos de sol, y a lo lejos se escuchaban soldados moverse de un lado a otro empezando a prepararse. Mikasa abrió los ojos y a pesar de que sus demás sentidos no despertaron junto a ella su olfato si, se sintió colmada de un aroma limpio y masculino.

Escuchó a Sasha hablar:

—Mikasa, te dormiste con la ropa puesta, la arrugaras. —dijo la castaña sacudiendo a Mikasa para que terminara de levantarse. —Mikasa, ¿esa es la chaqueta del capitán? ¡Wou!, ¿Mikasa estás arrugando y ensuciando la ropa del capitán Levi? —exclamó Sasha sorprendida de que la joven estuviera usando una prenda ajena, y sobre todo de alguien tan obsesivo con la limpieza.

La joven se levantó de inmediato quitándose la prenda y comenzando a estirarla, intentando planchar con las manos las arrugas más visibles.

—Sasha olvidé por completo que la tenía puesta. —mintió, la verdad es que lo que si olvido era aquella manía del capitán por mantener todo en orden, limpio y con pulcritud, estuvo tan cómoda en el cobijo de aquella prenda y su aroma que no reparó en ese "pequeño" detalle.

—No dará tiempo Mikasa, debemos prepararnos para llegar al desayuno, el viaje es largo y seguro que no comeremos en horas. Mira preparé lo básico, pero aún te falta empacar las cosas personales.

Tenía razón, así que Mikasa dejó de lado la prenda y se preparó lo mejor y más rápido posible, soportando los síntomas de la terrible resaca que aumentaba con cada grito, sonido e incluso los rayos de sol asomando por las ventanas.

Todo estaba listo, menos una cosa, debía regresar la prenda a su dueño, muy probablemente la necesitaría ese día.

Caminó hasta la habitación del Ackerman, se tomó unos segundos para tocar, respirando hondo, acercó la prenda a su nariz y sintió por última vez el agradable aroma de aquel lino que se mezclaba con el de su dueño, y ¡zas! ahora también tenía parte del de ella. Su nerviosismo aumentó, seguro eso pondría de mal humor a su capitán.

Cuando tomó valor para tocar fue detenida por una voz.

—¡Mikasa!

Giro y vio a Armin, Jean y Eren saliendo de una habitación a unos metros.

—El capitán ya salió, lo vi hace unos minutos. —agregó Armin el dueño de aquella voz que la detuvo.

—¿Nos acompañas? vamos a desayunar. —dijo Jean.

—Solo llevaré esto a la oficina del capitán y los alcanzaré. —dijo la azabache sonriendo a Jean y Armin.

Eren por su parte no dijo nada, ni siquiera miró a la joven.
Los tres se marcharon y cuando estuvieron lo suficientemente lejos para que ella no escuchara Jean habló:

—No tienes que ser un idiota con Mikasa, no sé qué pasó, pero es claro que algo, aún asi podrías al menos saludarla.

—Ella tampoco me saludó. Y no pasó nada.

—Eren, por favor, Mikasa sólo se preocupa por ti. No seas injusto con ella.

—No parecía muy preocupada anoche. —escupió las palabras con molestia y empezó a alejarse.

Los dos chicos se limitaron a observarse resignados, definitivamente Eren no era el mismo, pero si habían cosas que no habían cambiado.

Por su parte la joven azabache se dirigió a la oficina del capitán, pensaba encontrarlo ahí y agradecerle su ayuda la noche anterior. No había nadie. Meditó en si dejar la chaqueta en la oficina o tenerla consigo hasta poder entregarla personalmente.
Solo faltaba una hora para salir y debían estar 30 minutos antes en sus posiciones, lo que le dejaba otros 30 minutos para comer, si no lo veía en el comedor lo más seguro es que ya no lo haría hasta dentro del mes que duraría la misión.
Sería egoísta no entregar aquella prenda que no solo servía para dejar ver todo lo fuerte y valiente de su propietario, si no además de ser una fuente de cobijo necesaria en esta misión, pero quizás y muy en su interior ella pensaba necesitarla más.