¿Cómo nace el Amor?

Capítulo 5. Nuestras emociones

Esa tarde Levi decidió poner en orden su mente, había dejado que por mucho tiempo sus pensamientos estuvieran en desorden causando en él una evidente disminución de su concentración y reflejos que lo caracterizaban.

Llegó a la conclusión qué tal como le había dicho a Hange horas atrás jamás había pensado en decirle nada a la azabache que se metía como intrusa cada día y a cada hora en sus pensamientos; era, si se permitía admitirlo una profunda admiración y hasta cierto punto atracción.

¡No es para menos! — pensó — Ella es la más fuerte, tiene determinación, es ágil como ninguna otra, además de tener los ojos más lindos que jamás haya visto. —incluso más de lo que alguna vez consideró en secreto los de Petra.

Y ahí estaba nuevamente desviándose como aquel niño que intenta realizar una tarea y es atraído por un juego a lo lejos.

La cuidaría como siempre lo había hecho, a todos, pero con más dedicación a ella. Desde lejos la vería con suerte ser feliz , siempre a la distancia, no procuraría ningún fin egoísta, no necesitaba ser correspondido, solo saber que ella estaría bien. Ya que para ser objetivos, eran muchos los obstáculos y altas las barreras si pensaba en acercarse de una manera más íntima a la joven. Por lo tanto no lo haría, no había discusión al respecto, si bien había respondido a Hange esa mañana que no planeaba decirle nada a la Ackerman, ahora y bajo un análisis profundo llegaba a la misma conclusión.

La hora de la reunión llegó, como era de esperarse comenzaron repasando el plan de expedición.

— Haremos cuatro grupos, el primero será liderado por Jean, el segundo por Mikasa, el tercero por mí y el cuarto grupo por Levi, Eren se integrará a este último y los demás pueden elegir a sus equipos. —explicó Hange mientras extendía un mapa sobre la mesa. —Jean ustedes irán por el norte, se espera que no quede ningún titán por esa zona; Mikasa ustedes por el este, seguramente encontrarán algunos en ese lugar, confío en ustedes; yo iré por el oeste, y Levi tú irás al sur, ya sabes probablemente tengas más trabajo. — Hange hizo una mueca esbozando una sonrisa— Deberán llevar los suficientes suministros para 15 días, regresar a recargar energías dos días e ir nuevamente, en un mes nos veremos todos en la puerta principal de Shingashina. ¿Entendido?. — Concluyó la comandante.

Todos asintieron al mismo tiempo.

A Mikasa no le preocupaba la misión, se sabía capaz de llevarla a cabo, aún así se sentía preocupada, por Eren, lo notaba tan distante a pesar de verse a diario, seguramente un mes entero alejados terminaría de calar la grieta que los separaba. Además y si era muy sincera consigo misma él no sería el único a quien echaría de menos.

No pudo evitar que su pensar se notará en su rostro, para Levi que se encontraba a su lado no pasó desapercibido.

—Eren estará bien, me encargaré que así sea. —dijo en voz baja para intentar tranquilizarla.

La azabache lo miró, un hilo de nostalgia se vislumbró en sus ojos, desvió la mirada y sonrió apenas.

—Lo sé, gracias capitán.

Hange que continuaba hablando concluyó:

—Bueno, ahora vamos a tener una fiesta de despedida con una cena especial, no trasnochen, los quiero listos mañana temprano.

Todos empezaron a salir, como era de costumbre cuando tenían una misión larga, se reunían a compartir como si fuese la última noche, y es que en un mundo tan despiadado habían aprendido que cualquier día podría ser el último.

Todo estaba dispuesto en un amplio patio rodeado de árboles, mesas con frutas, guisos y todo tipo de pan, incluso había licor, una especie de ron de no muy buena calidad, pero que ayudaba a los más osados a distraer todos los pensamientos del día siguiente.