¿Nadie Puede Dormir?

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Levi se encontraba en su habitación eran aproximadamente las dos de la madrugada y no lograba conciliar el sueño, se daba cuenta que llevaba un par de días con un pensamiento recurrente y no le gustaba el rumbo de esto, nunca antes le había pasado y esto lo ponía de mal humor, no entendía cómo era posible que esta mocosa invadiera su mente tan frecuente, hacía lo posible por borrarla de su mente y continuaba normalmente lo que sea que estuviera haciendo, pero al poco tiempo volvía a atacar la imagen de ella debajo de él el día del accidente durante la práctica y la manera tan delicada y amable con que le había tomado la mano para curarlo, sí, esa mocosa era Mikasa.

Estaba recostado a un lado de la ventana de su habitación viendo hacia el patio sin prestar atención realmente a nada específico, miró su mano que aún seguía lastimada y la herida un poco fresca, sonrió para sí mismo, si seguía así por la mañana estaría muy cansado para el entrenamiento y no quería que eso sucediera, decidió bajar a la cocina y prepararse un té, seguramente así lograría descansar un poco. El camino a la cocina era oscuro, pero él conocía de sobra el lugar por lo que no tuvo ningún problema en llegar...

*** Al mismo tiempo en otro lugar del cuartel***

Mikasa se encontraba en su habitación, dando vueltas en su cama sin poder dormir, muchas cosas pasaban por su mente: la promesa que había hecho a Karla de cuidar a Eren, el día tan terrible en que conoció a Eren bajo esas circunstancias tan desagradables, pero que llevaron a una de las cosas más especiales que tenía en su vida, su bufanda, esa que él le había dado, también el día que creyó haber perdido para siempre a Eren en el segundo ataque del titán colosal... y ahí estaba ese pensamiento tan fuera de lo común, el capitán Levi, el capitán sobre ella, ese día, el día del accidente durante el entrenamiento...

—Mikasa, si no puedes dormir ve a tomar agua con azúcar, dicen que eso ayuda mucho para conciliar el sueño, o bien puedes preparar té, y de paso me traes algo de comer (rrrrrrrr, gruñó el estómago de la chica patata), me estoy muriendo de hambre e intento dormir para olvidarlo, pero tú me lo impides— dijo una Shasa todavía adormecida.

— Lo lamento, Sasha, iré, pero no traeré nada— respondió Mikasa con su habitual tono de voz desinteresado.

—Eres un monstruo, ¿lo sabes?— contestó Sasha un poco molesta y siguió en su intento por dormir.

Mikasa salió dirigiéndose a la cocina, de suerte no se encontró con nadie en el camino, esto le hubiese provocado un castigo seguro.

Cuando llegó encontró la puerta semi abierta se disponía a entrar cuando vio la silueta masculina de espaldas a ella, estaba... ¿lavando la tetera?, era evidente de quien se trataba, nadie más en la legión tenía esa estatura tan baja y ese cuerpo tan delgado pero con rasgos masculinos muy marcados y delicados a la vez, era el capitán Levi, Mikasa maldijo el momento en que salió de su habitación cuando de repente escuchó:

—Tch, Mierda ¿por qué arde tanto? —era obvio que la pregunta no era dirigida a ella, y que sólo era una pregunta retórica, pero Mikasa pudo suponer a que se refería, la herida en su mano aún no había sanado.

—Permítame ayudarle Capitán —dijo Mikasa, en un impulso, no se había dado cuenta en qué momento habló, maldijo otra vez en su mente por ser tan impulsiva, hubiese sido mejor marcharse en silencio y evitar un castigo o regaño.

—Tch, Mocosa ¿desde cuándo estás ahí?, ¿acaso no sabes que es mala educación espiar a los demás?—Dijo Levi, en serio lo había sorprendido, no se dio cuenta que estaba ahí, y no le gustaba saber que estaba tan cansado para bajar la guardia de esa manera.

—¿Quiere ayuda o no? —dijo Mikasa ignorando lo que él le había preguntado.

—Si piensas que así te librarás de un castigo por estar en la cocina a estas horas te equivocas, pero, si aun así quieres ayudar, adelante.

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