CAPITULO 29

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Laila en sus sueños estaba en un edificio elegante caminando hacia un ascensor, alguien cruzo a su lado empujándola haciendo que casi pierda el equilibrio alcanzando a sostenerse de la pared a su lado y le gano entrando al ascensor en donde las puertas comenzaron a cerrarse, fue entonces que ella gritó.

—¡Esperen! ¡Detengan el ascensor!

Sin embargo, lo que escuchó fue una gran risotada de alguien, se quedó allí parada muy enojada, estuvo reflexionando unos momentos, fue entonces que reconoció esa carcajada y menciono.

—¡No puede ser! ¡No lo creo posible!, debo de estar equivocada

Pero recordó unos ojos dorados que alcanzo a divisar cuando se estaban cerrando las puertas del ascensor, eso hizo que contrajera el ceño, entonces su furia fue creciendo a velocidad y soltó un grito con toda su fuerza que hizo temblar todo a su alrededor.

—¡Maldito pulgoso de mierda!

En ese preciso momento se despertó, su grito que no solamente estuvo presente en su sueño, sino que lo había hecho de verdad y se escuchó afuera de la habitación, justamente oído por su hermano el rey que miro a su esposa que lo observo con temor para escucharlo decir.

—¡Ya despertó!, mi amor, quiero que te quedes con los niños, no quiero a nadie rondando por fuera de la puerta, sabes que yo me doy cuenta

Ella le acepto para después acompañar a sus hijos que ya estaban de pie observando a su padre caminar hacia la habitación en donde se encontraba su amada tía y le indagaron a su madre muy preocupados.

—Mami, ¿qué le va a hacer mi papá a la tía?

—Ojalá no sea tan drástico con ella

Ella simplemente los acuno en sus brazos musitando triste

—Su padre sabe lo que hace o decide, mejor sigamos mirando la televisión mis niños

Se fueron a sentar para ver una película junto a su madre, mientras Alexander llegaba a la puerta de la habitación en donde se encontraba su hermana, entonces se quedó allí parado escuchándola rezongar.

—¡Maldito peludo!, hasta en mis sueños me reta, lo odio, como quisiera... Uhs, no puedo hacerlo, Alexander me mataría si toco a su "queridito amigo", ahora ni siquiera puedo soñar tranquila, pero, ¿qué es lo que tiene ese hombre que me inspira un odio absoluto?, lo veo y... quisiera hacerlo pedazos.

Alexander, ya cansado de estar escuchando sus palabrerías, abrió la puerta encontrándola de espaldas, haciendo gestos con sus brazos y manos, hablando en contra de su amigo Erick, demostraba su verdadera molestia u odio en su contra, prefirió carraspear su garganta, a lo que Laila al darse vuelta lo vio con temor abriendo grandes sus ojos y exclamando temblorosa.

—¡Drá... cu... la!

Ahí estaba parado frente a ella el rey Drácula, no su hermano, su aura oscura, una energía muy oscura emanaba de su cuerpo, sus ojos rojos como el fuego, su rictus de enojo, ese rostro al que ella teme como a nadie, porque nunca nadie ni siquiera su padre ha causado en ella ese pavor absoluto, el rey dio un paso y ella retrocedió uno también, su cuerpo temblaba hasta que tropezó con la cama y se sentó encima de ella, la voz gutural y furiosa del rey se escuchó allá dentro mientras la señalaba con su dedo índice.

—¡Tú!, has desobedecido mis órdenes, ¡atacaste a mi invitado sin razón!, te pedí cordura, respeto hacia Él y ¿qué es lo primero que haces?, desobedecerme, ¡maldita sea!

Ella no soltaba ni una sola palabra, ni siquiera para defenderse, conocía a su hermano cuando hablaba como el rey, agacho su cabeza en señal de respeto y sumisión, pocos testigos había que alguna vez la habían visto estar de esa manera, Drácula continuo con su monólogo.

ME EQUIVOQUÉ Y TE PERDÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora