𝐌𝐄𝐑𝐀𝐊𝐈 | Vocábulo que proviene del griego y, a su vez, del turco 𝑚𝑒𝑟𝑎𝑘, que significa algo así como "hacer algo con amor y con placer."
Empezada: agosto 2022.
Terminada: noviembre 2023.
N/A. ¿Qué tal si cuando lleguemos a las 5K lecturas preparo una maratón de tres capítulos? Estamos muy cerca y realmente estoy agradecida con el apoyo recibido, así que sería más que merecido.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La mañana siguiente fue de todos menos tranquila. Podía notarse el ambiente tenso y cómo podía cortarse la tensión con un cuchillo, pero no fue porque Alexandra no supiera ser profesional. De hecho, ella hacía como si nada hubiese sucedido, pues para la Lightwood, a pesar del dolor que le causaron aquellas palabras, había aprendido, con el pasar de los años, que nada debería afectarle más de la cuenta, por lo que esa coraza en la que se escondía para no ser dañada era más práctica de lo que en su momento pensó.
La azabache no tardó en aparecer en la sala de máquinas, donde Isabelle y Max hablaban, seguramente para que le devolviera la estela. La mayor sonrió, ese niño era más terco que los otros tres hermanos juntos, y se acercó a ambos. Llevaba un carcaj colgando de su hombro derecho y el arco en la mano izquierda, ya que tenía intención de retomar aquel deporte que en su momento practicaba y dejó de hacerlo cuando se vio obligada a marcharse.
— ¡Lexie! ¿Convenciste a Alec? —preguntó el menor, con efusividad, lanzándose a sus brazos.
—Lo siento, cariño... —musitó la mayor, depositando un beso en la cabeza impropia—. Pero no.
—Hasta que no se vaya quien debe venir a visitarnos, no te la devolveré, Max —negó el primogénito, ganándose una mala mirada por parte de sus hermanas.
—Te prometo, mi cielo, que si te portas bien, pronto será tuya de nuevo —le prometió Alexandra, al ver el rostro de desilusión y tristeza del niño.
Mientras los hermanos hablaban, la puerta de entrada se abrió y Valentine entró por ella. Los gemelos se miraron sorprendidos y Alec escondió a Max detrás de él, para protegerle. Casi como si estuvieran sincronizados, ambos hermanos dispararon las flechas con sus respectivos arcos. Al llegar dos flechas prácticamente seguidas, el intruso se vio obligado a hacer un movimiento brusco para evitarlas. Sin embargo, Alexandra había tensado el arco de nuevo una vez lanzó la primera, provocando que esta última flecha si rozase el hombro de Valentine. Dispuestos a disparar más flechas, el supuesto Valentine se arremangó la manga del jersey y pasó su estela por el brazo, cambiando la forma. Una mujer rubia se escondió debajo del sospechoso, apareciendo delante de ellos mientras trazaba un irazte en la parte posterior del brazo izquierdo.
—El tiempo de reacción ha sido pésimo, a excepción de ustedes dos —regañó la fémina, adentrándose a la sala de máquinas del Instituto—. Soy Lydia Branwell, enviada por la Clave. ¡Maryse! —exclamó, gritando, cuando la nombrada apareció también—. La Clave ordena que tome el control del Instituto de Nueva York temporalmente.
Alexandra alucinó con eso. ¿Desde cuándo a la Clave le interesa un cambio de órdenes en el Instituto? ¿Y quién demonios era aquella mujer para gritarle de ese modo a su madre? Eran los Lightwood, merecían un respeto y esa mujer lo estaba faltando. Notaba como el enfado crecía en su interior, pero cuando Alexander apretó su hombro para calmarla, lo hizo. Un poquito.