En casa después de su inesperado despliegue, los ex miembros del equipo Marine Force Recon Sidewinder, se unen de nuevo con sus seres queridos y tratan de recuperar los pedazos de su vida que fueron forzados a dejar atrás. Louis Tomlinson vuelve a casa con Harry Styles, sólo para descubrir que todo a su alrededor ha cambiado... incluso los hombres con los que fue a la guerra. Apenas tiene tiempo para adaptarse antes de que su hermano, Charlie, le pregunte si quiere ser su padrino. Pero eso no es todo lo que Charlie le pide que haga, y Louis debe llamar por refuerzos para tratar con los problemas de negocios del futuro suegro de Charlie.
Nick O'Flaherty y Kelly Abbott se unen a Louis y Harry en la boda en una isla de Escocia, pensando que están allí para calmar la paranoia de Charlie. Pero cuando los cuerpos comienzan a aparecer y los botes empiezan a hundirse, los cuatro hombres se encuentran más involucrados en las festividades de lo que habían planeado estar.
Con el reloj corriendo y el asesino tan atrapado en la aislada isla como lo están ellos, Louis y Harry deberán navegar por un verdadero campo minado de familiares, amigos y enemigos para impedir que la
isla entera sea destruida.
Kelly estaba al lado de Harry detrás de una barrera en la terminal de autobuses de Camp Lejeune1. Harry no lo conocía lo suficiente como para analizarlo, y no estaba interesado en intentarlo. No podía superar sus propias mariposas para estudiar el estado de ánimo de su compañero.
Habían pasado seis meses desde que vieron a los Sidewinder caminar por la pasarela hasta su avión. Seis solitarios y largos meses de sentimientos confusos y temor cada vez que sonaba el teléfono. Harry se había despertado todas las mañanas esperando oír noticias horribles sobre los hombres que consideraba sus amigos, y no había pasado un día en que Louis no hubiera estado en su mente.
La llamada que había estado temeroso de recibir nunca había llegado, gracias a Dios. De hecho, sólo había recibido una sola llamada satelital de Louis en todo el tiempo desde que se había ido, en la que le dijo cuándo volvían a casa. Había sido como una gota de agua para un hombre moribundo, y llegarían semanas antes de Navidad, el mejor regalo que Harry podría haber pedido.
Kelly había admitido el mismo tipo de existencia mientras había
conducido al aeropuerto. Cada día era una lucha para mantener sumente en algo además del hecho de que no estaba allí para ayudar a protegerlos.
—¿Estás nervioso? —le preguntó Harry.
Kelly tomó una respiración profunda, asintiendo.
—Nunca estuve de este lado.
—¿Es más fácil del otro?
Kelly miró a Harry, encogiéndose de hombros.
—Realmente no. Te sientas allí con todos tus amigos, hombres que han sido tu mundo durante meses, años. Piensas en la gente en casa, te preguntas si te han echado de menos. Oras porque te hayan extrañado. Tu mente pasa por todo lo que podría haber cambiado, y los nervios empiezan a crecer. Incluso la cosa más pequeña puede golpearte como un martillo cuando vuelves. He visto a los chicos romperse y llorar porque sus esposas se cortaron el pelo.
—¿Por eso me has hecho afeitarme?
Kelly sonrió y asintió mientras los primeros autobuses comenzaban a entrar. Los nervios se deslizaron a través de Harry mientras los marines, cansados y con uniformes arrugados, empezaban a entrar en el área de tiendas de campaña donde las familias esperaban. Kelly inhaló
bruscamente. La mano de Harry empezó a temblar.