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Me mentiste cuando importaba. Nos mentiste y luego nos pediste que estuviéramos a tu lado como si esas mentiras no importasen.

—Nick.

—Traté de seguir como si todavía confiara en ti, Louis, pero no lo hago. No lo hago. Y no sé si volveré a hacerlo. Este soy yo fingiendo que lo hago, y supongo que no soy muy bueno en eso cuando la mierda empieza a golpear.

Louis quería vomitar. Era como ser atrapado en flagrante delito por alguien a quien idolatras y ser mirado como si fueras basura. No podía manejar esa clase de mirada de Nick.

—¿Por qué no dijiste algo?

—¿Cuándo? —Nick apenas controlando su temperamento, Louis podía oírlo en su voz—. ¿Debería haber levantado mi mano y haber dicho “yo también” cuando tú y Harry estaban peleados en Nueva Orleans? ¿Debería haberlo hecho en el hospital con Kelly acostado con un agujero en el pecho porque tu pasado volvió a mordernos? O tal vez en el barco. Frente a todos esos hombres que te llamaban capitán.
¿Debería haberlo hecho entonces?

Louis parpadeó con fuerza, asintiendo en comprensión. Nick siempre había puesto el bien colectivo por encima de sus propios deseos y necesidades. Dejaría que un tema lo destrozara por dentro antes de que causara un rasguño entre el equipo. La única razón por la que lo decía ahora era porque Louis lo había empujado a hacerlo.

—Tienes razón.
        
                         
—No me interesa tener razón —dijo Nick bruscamente—. Me importa mirar a mi mejor amigo y saber que me está diciendo la verdad.
¡Y ya no puedo hacer eso!

Louis no podía tragar. No podía respirar. No podía hacer ningún sonido. No podía hacer otra cosa que mirar fijamente a Nick y buscar desesperadamente una razón para que este confiara en él otra vez.

—Estaba siguiendo órdenes, Irlandés —finalmente logró susurrar—. Si alguien entiende eso, eres tú.

—Oh, lo entiendo. —Nick golpeó su frente con un dedo—. Entiendo que si te dieran la orden de poner una bala entre mis ojos, te sentirías mal en mi funeral.

Se dio la vuelta y se alejó, dejando a Louis con la mente revuelta, el corazón en la garganta.

—Chicos —dijo Kelly suavemente—. Entiendo que esto tiene que suceder, pero tenemos que postergarlo por un par de días más.
¿Podemos hacer eso?

Nick no se dio la vuelta. Louis respiró hondo y asintió, tratando de recuperar su voz. Se encontró con los ojos de Harry, sorprendido de encontrar a su amante observándolo tristemente.

—Si descubrimos quién es el comprador, encontramos al asesino dijo Nick. Su voz seguía siendo baja y enojada.

—Está bien —murmuró Louis en tono áspero—. Vamos a ver qué más podemos encontrar. Sabemos que Amelia no era lo que Milton estaba tratando de vender anoche. Así que hay algo más aquí.

—La tecnología del Departamento de Defensa —ofreció Harry—. Eso tiene que ser lo que estaba vendiendo.

Kelly resopló.
—¿Cómo hacemos eso?

—Está bien —dijo Louis con un movimiento de cabeza—. Harry y Kelly se quedan aquí, navegando por esa computadora portátil buscando cualquier cosa remotamente relacionada con esto. Nick y yo vamos a hablar con Burns y Stanton.

Harry le lanzó una ceja alzada, con los ojos clavados en Nick.

—¿Es una buena idea?

—Es la primera buena que ha tenido —gruñó Nick.

C&R⁸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora