Me había prometido no volver a cometer el mismo error, me creía más fuerte y sin miedo al dolor, pero como siempre... Me equivoqué.
Todo había comenzado de nuevo, sí, había aprendido de mis errores, pero el no volver a cometerlos tratándose de un tema tan complicado no me resultó nada fácil. Como de costumbre, volví a tropezar con esa estúpida piedra que no deja de aparecer en mi camino, pero esta vez la más grande que nunca me había encontrado.
La palabra prohibida volvía a ocupar mi mente, no me dejaba dormir por las noches y hacía que no pudiese dejar de pensar en él ni un solo segundo.
La palabra era amor, y sí, aunque me cueste asumirlo, estoy enamorada.
