Desde aquel día en la cafetería no había parado de encontrarme con el "Chico misterioso": o le veía en las escaleras, o en la cola para el almuerzo, a la salida... A veces, incluso coincidíamos al bajar las escaleras, pero nunca nos dirijíamos ni una sola palabra, ni siquiera una mirada o un simple gesto como saludo a pesar de habernos encontrado en muchas ocasiones.
Un día, se me dió por bromear con mis amigas sobre el chico y poco a poco ese amor platónico que sentía por él se fue convitiendo en una obsesión que me impedía seguir adelante con mi vida.
Todo lo que decía, pensaba, hacía y demás siempre tenía algo que ver con aquel atractivo desconocido. Llegué a ese punto en el que mi vida giraba en torno a él y sólo él, algo que la verdad no me beneficiba en absoluto.
Sufrí en silencio durante el primer mes, intentando esconderme de mi misma y haciéndole creer a todo el mundo que estaba perfectamente, cuando en realidad me pasaba todas las noches llorando por aquel memo que no sabía ni de mi existencia.
Pero poco a poco Bella fue notando que yo no era la misma Lisset de siempre, que había algo diferente en mí y que me estaba haciendo actuar de forma diferente.Ahí, justo ahí, fue cuando "exploté" y,sin poder evitarlo, le conté todo lo que me pasaba con Lucas.
Sí, ese era su nombre, me había costado lo mío descubrilo pero por fin sabía cómo se llamaba: Lucas, Lucas Miller, ese era el nombre más bonito y problemático del mundo.