Dulzura (Naruto X Fem Sasuke)

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Resumen: Tras un accidente durante un entrenamiento, Sasuke descubre un lado desconocido de su compañero de equipo, lo que la hace replantearse todo lo que cree saber de él.

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La vez que se dio cuenta de que su rubio compañero de equipo no era un absoluto patán idiota, fue semanas después de que lograran superar con un éxito bastante cuestionable la prueba de la campana y se convirtieran de hecho en un equipo.

Como ya se está volviendo una rutina, ambos se quedan hasta mucho después de que el "entrenamiento" en equipo o las "misiones" se han terminado, si es que se le pueden llamar así a los abismalmente decepcionantes enfrentamientos con esa chica de cabello rosa bajo la "atenta" mirada de su supuesto sensei, y a lo que llaman "rangos D", respectivamente.

Es durante uno de sus combates "fuera de horario", ya prácticamente diarios para este punto, que el idiota de alguna manera se las arregla para superarla, derribándola al suelo y cayendo encima de ella, restringiéndola por completo con su cuerpo, ambos boca abajo y él sujetando sus dos brazos contra su espalda.

Esto por sí mismo hubiera sido lo suficientemente indignante como para expresar su absoluto enojo, antes de que él siquiera pensara en jactarse de su victoria, pero un dolor agudo la invade repentinamente, tanto que no puede evitar el gemido de dolor que suelta. Algo que él inmediatamente interpreta como que la situación se ha salido de control, porque en un instante ya la ha dejado ir, más bien disculpándose profusamente.

Uno de los shuriken que quedaron dispersos de un momento antes durante este mismo combate se ha incrustado en su pierna, que ya está sangrando profusamente. Antes de que incluso pueda empezar a preocuparse, él ya la ha ayudado a voltearse.

Seguidamente, y con una mesura realmente desconcertante, comienza a sacar gentilmente el arma, haciendo todo lo posible por no empeorar su herida, tratando también de mantener su pierna inmóvil tanto como puede. Ignora deliberadamente sus quejidos, y para cuando finalmente ha logrado quitar el shuriken, uno de sus clones, que ella ni siquiera se dio cuenta de en qué momento creó, ya le está entregando una botella de agua.

Él la recibe y la abre con una expresión de absoluta concentración, una que ella nunca antes ha visto en él, ni creía que fuera capaz de tener, y entonces un deseo repentino de tener su Sharingan para poder grabarlo para siempre en sus recuerdos la asalta. Es totalmente inexplicable, no tiene idea de dónde vino eso o por qué, pero afortunadamente no tiene que pensar más en su creciente duda existencial por mucho más tiempo, porque él ya está vertiendo el agua en su herida.

Una vez que él claramente considera que es suficiente, comienza a limpiarla con una gasa que en algún momento debió recibir de alguno de sus clones, con tanta suavidad que casi la hace llorar, porque nadie además de su madre alguna vez la ha tratado así.

Luego, con otra gasa envuelve cuidadosamente su pierna, pero ella desesperadamente no quiere que el momento se termine, y una vez que ha terminado, en contra de todo lo que alguna vez pensó que haría, ella se aferra a una de sus manos, impidiendo que se aleje de ella.

Tal vez él entiende las implicaciones de este único gesto, o tal vez no tiene idea, pero obedece sin cuestionar y le da una pequeña sonrisa. Una que no es burlona, o astuta, o victoriosa, sino completamente genuina. Una pequeña sonrisa que le hace dudar de una gran parte de sus convicciones, a saber, que jamás se dejaría distraer por un chico como todas esas chicas tontas de la academia. Ugh... esto no puede estar pasándole a ella.

Siente que está a punto de empezar a sonrojarse, pero afortunadamente él decide que ha sido suficiente de estar en el suelo, y con toda la gentileza del mundo (está bastante segura de esto), la levanta cargándola, cuidando de no arruinar sus vendajes sorprendentemente bien hechos, si debe decirlo.

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