Los familiares habían quedado atónitos ante la rebeldía que mostro aquella nieta. Todos se preguntaron de donde había salido. ¿Esa era la hija de su hermano menor quizás? Pero ¿había muerto no? Ni siquiera de su nombre se acordaban. Se pusieron alertas cuando uno de los mayordomos apareció, dando seguimiento a la orden de la joven.
- Se les avisara cuando llegue la hora del entierro del señor Rache. Se estima que será alrededor de las 5:00 de la tarde; ahora les pido que se retiren de la gran casa. – dijo con amabilidad.
- ¿Nos van a echar? – dijo ofendido el hijo mayor. – nosotros somos hijos del señor Rache, ¿Quién ese esa para dar órdenes? – dijo alterado por la situación.
- Es la nieta del señor Rache. Disculpe señor, yo solo sigo órdenes. De modo que hagan el favor de salir sin escandalo uno.
- ¿Nieta? – dijo otro hijo. – ya veremos cuanto le dura este teatrito de no dejarnos entrar a nuestra casa.
Todo familiar se retiró de aquella casa señorial. Indignados por aquel trato tan desconsiderado, ¿Quién era esa nieta para prohibirles estar en su hogar?
Tal como indico el mayordomo, se les aviso que a las 5:00 de la tarde se llevaría a cabo el funeral. Todos llegaron al mismo tiempo al lugar donde el señor Rache seria enterrado para tener un eterno descanso. Aquel lugar era una pequeña colina que estaba un poco alejado de aquella casa señorial. En esa colina habían plantados dos árboles. En uno de ellos estaba el lugar de descanso de la señora Rache y pronto en el otro árbol estaría el señor Rache. Así se encontrarían y caminarían por el camino de luz.
Inés ya estaba en aquel lugar. Seguía portando su vestido blanco y estaba justo enfrente del árbol del su abuelo. Sus familiares estaban del otro lado, donde su abuela se encontraba. Ninguno de sus familiares le quitaba la mirada de encima. Parecía que se la comerían viva. Pero solo basto que Inés alzara su cabeza para verlos a todos con autoridad. Inés no se dejaría vencer por aquellas miradas, de modo que se presentó.
- No nos hemos presentado – miro a todos con superioridad. - Mi nombre es Inés Rache Dial; soy hija de su hermano menor, y nieta favorita del señor Rache. – lo último lo dijo con orgullo.
Empezaron a murmurar entre ellos. Algunos recordando, otros ni tenían idea que el señor Rache tuviera una nieta. Ya que sus hijos habían tenido varones haciendo a Inés la única mujer descendiente del señor Rache. Inés se mantuvo firme en su lugar, ignorando por completo aquel descubrimiento de parte de sus familiares. Ahora entendió porque su abuelo no les dijo que estaba en lecho de muerte, pues se veía desde lejos que no hay interés, más que en ellos mismos. ¿su abuelo también fue malo en un pasado? Su abuelo era demasiado para aquellos que se decían llamar hijos.
Inés se centró en el entierro de su abuelo. Aunque deseaba destruirse ahí mismo. No se solo permitió, no le daría ese lujo aquellos familiares que la vieran de aquel modo. Al llevar a cabo todas las indicaciones del señor Rache todos se retiraron. Inés fue la única que se quedó ahí, contemplando el atardecer.
- Mira abuelo... aquí tendrás los paisajes más hermosos. – dijo con melancolía. – no me extrañes mucho, no te olvides de mi...
Dejo una rosa blanca encima del bulto de tierra donde se encontraba ya enterrado su abuelo
- Descansa en paz abuelo. – dijo en susurro.
Sus lágrimas empezaron a brotar sin tregua alguna. No lo pudo resistir más y cayó de rodillas ente la tumba de su abuelo. Quería ser fuerte, pero aquello la estaba consumiendo. Todo aquello le dolía y más el saber que no tenía a nadie... solo le quedaba soltar todo aquel dolor que estaba en su corazón y quizás aquello la aliviaría un poco.
Unas semanas después
Algunos familiares ya se habían retirado del pueblo, regresando a su hogar, pero los hijos del señor Rache y muy pocos familiares aún permanecían en el pueblo. Esperaban el testamento del señor Rache. En todas esas semanas que estuvieron, Inés no les permitió entrar a la gran casa señorial y aquello causo intriga en el pueblo, de modo que era la noticia sin resolver llegando a oídos del Sr. Mier.
El Sr. Mier era curioso por naturaleza, era un joven pelirrojo. Había algunos que le hacían comentarios ofensivos por ello. Pero aquello nunca fue de importancia para aquel joven. Para él no importaba el físico para ser valorado, más bien, ser inteligente y en ese tiempo ser reconocido. Y el Sr. Mier sería el mejor periodista de todo el mundo.
- Sr. Mier ¿no sabe lo que pasa con la familia Rache? – comento un pueblerino.
- ¿La familia Rache? – dijo confundido. - ¿la famosa familia Rache? – el pueblerino confirmo con entusiasmo. – bueno, el señor de la casa falleció. Quizás por eso actúen raros. – dijo sin interés.
- Cierto. Que el señor lo tenga en paz; pero eso no es lo raro señor.
- ¿Qué podría ser? – su curiosidad despertó.
- Una joven. En la gran casa señorial, habita una joven. Dicen que es una fealdad de mujer. Que por eso no ha salido de aquella casa. Pero lo más sospechoso es que a ningún familiar del señor Rache ha dejado entrar. – dijo con misterio. – dicen que el día que falleció el señor Rache, ese mismo día fueron echados de aquella casa. Han intentado preguntar a los familiares, pero ninguno ha querido hablar del tema.
- De modo que hay una incógnita.
- Muchos periodistas esperan algún movimiento de aquella casa señorial, pero ninguno tiene éxito, ¿Qué cree que les falte?
- Ser el Sr. Mier. – sonrío con altivez.
El Sr. Mier comenzó su viaje aquel pueblo, donde había un gran misterio que descubrir, pensaba que sería sencillo, pero en realidad no sabía lo que le esperaba... Al llegar al pueblo el Sr. Mier se detuvo en una pequeña cafetería, parecía que hacían buen café, ya que el lugar parecía que lo frecuentaban bastante y que mejor tener información que en un café.
- ¿Qué va a ordenar joven? – pregunto una camarera.
- La especialidad de la casa, por favor.
- Enseguida se lo traigo, tome asiento donde mejor le parezca, con permiso.
- Propio.
El Sr. Mier observo el lugar. Realmente se sentía acogedor. Su mirada se detuvo en un gran cuadro. Se acercó para observarlo mejor, ya que este se trataba al parecer de todos aquellos que una vez fueron dueños de este lugar. Lo que más llamó la atención del Sr. Mier fue ver que siempre aparecía un señor que se distinguía entre los demás, empezó a leer las dedicatorias.
- ...Señor Will Rotur y Señor Rache. – susurro.
Cuando dejo de prestarle atención a los nombres y presto atención al sentimiento de ser observado, el Sr. Mier observo por el reflejo del gran cuadro una mujer, pero cuando este voltio para confirmar su sospecha, la mujer ya estaba saliendo de aquel café. Su curiosidad le gano y fue tras aquella mujer, ignorando a la camarera con su pedido.
Al salir del lugar comenzó a buscar aquella mujer que usaba un sombrero negro que cubría su rostro. En su búsqueda, no presto atención que había llegado a un lugar donde las casas de los pueblerinos habían quedado en un segundo plano y que ahora se encontraba en un valle al bosque que se encontraba en aquel pueblo. Maravillado con la belleza y sin temor alguno continúo caminado. Admirando todo lo que encontraba a su alrededor. Olvidando por qué había tomado ese camino, detuvo sus pasos cuando al frente estaba una gran casa señorial, esta era hermosa.
- ¿Será aquí donde se oculta la joven? – pensó en voz alta. – que inicie la historia...
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°| Némesis |° (Primera Edición)
Mystery / ThrillerInés Rache Dial es una joven de 20 años que, por una reunión familiar, recordó algo que su mente le había ocultado por 15 años... ¿Qué pasa si... una mujer cobrará venganza? Dicen que cuando una mujer es lastimada, el cielo y la tierra se inclinan...