Capítulo 5

61 4 2
                                    

Al intentar subir una piedra afilada se cortó mi rodilla, solté un quejido, debía subir, debía acabar con esto, estiré mi mano una vez más y un poco de polvo se enterró en mis uñas, hice un esfuerzo más, mi mano logró enterrarse en la tierra, seguido de mi brazo y mis hombros, alcé un poco la vista, todo era color ceniza, se divisaban unas cuantas sombras a lo lejos, el aire se sentía cargado pero a comparación de donde estuve era mucho más fácil de respirar, impulsé mi cuerpo y me dejé caer sobre el piso, mi pecho subía y bajaba con dificultad, tenía que avanzar, debía hacerlo, conforme caminaba el aire se volvía más denso por lo que impedía mover mi cuerpo, era como querer caminar en una tormenta de arena, no recuerdo cuanto camine, hasta que vi una luz a lo lejos. Traté de avanzar más rápido quise pedir auxilio, pero mi boca no respondía, seguí avanzando hasta que todo se iluminó, el aire golpeó mi rostro, sentí que me ahogaba, la presión me llevo directamente hacia el piso, cuando mis palmas tocaron el piso y pequeñas motas de sangre lo empezaron a teñir, la vista me empezó a fallar, de pronto un montón de personas a mi alrededor gritaban y huían... ¿De mí? Al bajar la mirada tenia a una niña sin rostro entre mis manos, mis uñas empezaron a arañar su cuello, quería parar y no podía, me convencí de que era un sueño nada más, grité y alejé el cuerpo con todas mis fuerzas, vi unas sombras a lo lejos, debía caminar hasta ellos, debía salvarme... Debía...

Abrí los ojos, mi habitación, mis cosas, la taza de café que había dejado un par de horas antes, y mi cuerpo cubierto en sudor.
Debí haberme quedado por lo menos unas dos horas bajo la ducha con la mente en blanco, al salir tomé mi celular, en la pantalla se observaba las 2:30 am, me quedé quieta un momento pensando en el sueño, me hice un ovillo entre mis sábanas, hasta que esta chocó contra mi rodilla y un quejido se escapó de mis labios, al bajar la vista una pequeña mancha de sangre se hacía presente tal como me había raspado la rodilla escalando en mi sueño, rápidamente hundí mi rostro en la almohada, todo eso no había sido más que eso, un simple sueño, más bien una maldita pesadilla, solo eso.

~Zac~

Todo había salido mal, había sido un completo idiota, estaba más que claro que nunca volvería a intentarlo... En cuanto Alex cerró los ojos mi intención era mostrarle sus recuerdos más felices vistos desde mi punto de vista, en cambio los recuerdos solo escaparon de mi mente, todo lo que había pasado cuando escapé del infierno. Cuando se desmayó bloquee mis pensamientos y la recosté en su cama "Esto es lo que le sucederá a ella" una voz sonó en mis adentros, la maldita frase se repetía en mi cabeza y con cada paso que daba la voz se hacía más fuerte. No me di cuenta en que momento salí de la casa, pero de pronto ya estaba en el centro del bosque y me tumbé en la tierra fresca, podía verla dormir en mi mente, su pecho subía y bajaba con normalidad.

"Esto es lo que le sucederá a ella"

-Zac, pequeño Zac, despierta ya -Canturreo una voz aguda

-Emily ve a hacer tu trabajo y no me molestes

-Mi trabajo está en casa de tu novia, solo quería avisarte, es lo que dice la lista –Apuntó con sus blancos dedos al papel que sostenía en la mano.

En cuestión de segundos estaba en la habitación de Alex, ella seguía dormida, revisé toda la casa y nada estaba fuera de lugar, no había nada que representara un peligro para ella. Me apoyé en el marco de la puerta viéndola dormir, ella era mi salvación, mi único deber era cuidarla, no me importaba enfrentarme al peor de los demonios si podía mantenerla a mi lado para siempre.

La habitación empezó a dar vueltas repentinamente, pero solo yo parecía notarlo, mi vista se nubló por completo, mi cuerpo empezó a caminar hacia el cuerpo de Alex, pero no era yo quien lo controlaba, saqué una daga de mi cinturón y la deslicé suavemente por su cuello. Hundí un poco la punta sobre una de sus venas que se veía por su traslucida piel, una sonrisa se escapó de mis labios. Seguí bajando hasta donde se encontraba su corazón, presioné un poco más por instinto, podía sentí su piel a punto de romperse bajo la daga, una mezcla de odio y satisfacción recorrió mi cuerpo, el deseo de sangre se apoderaba de mí, de quien se supone que era yo en ese momento, Alex hizo una mueca de dolor, presioné un poco más para disfrutar la vista, quería verla retorcerse y hacerla sufrir, quería escuchar sus gritos desgarradores cuando le arrancara el corazón.

In aetérnumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora