Capítulo 1

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Habían pasado seis años.
Ella jugaba con su peluche en la parte trasera del auto que se encontraba estacionado mientras su madre hacia unas compras, la pequeña estaba tranquila, pero de un momento a otro sus ojos se abrieron de par en par, un extraño se había subido al auto. Con la frente sudorosa el hombre buscaba como arrancarlo hasta que su mirada se encontró con la de ella por el espejo retrovisor, sonrió perversamente, ella solo se encogió sobre el asiento. El conectó unos cables y el motor encendió. Quería ayudarla, debía hacerlo, pero no tenía idea de cómo, ella empezó a gritar por su madre, el hombre aceleró y giró bruscamente el auto varias veces, de pronto las imágenes frente a mi estaban en cámara lenta cerré los ojos fuertemente, deseando con todo mi corazón que lograra salvarse.

Pero los deseos tienen una forma extraña de cumplirse.

Mis brazos se movieron, como si pensaran por sí mismos, unas pequeñas manos se aferraban a mi pecho, algo en mi espalda se movía con inquietud, apenas pude girar mi vista y divisar un par de alas negras abatiéndose mientras alzaba mi cuerpo y el de ella al mismo tiempo. En ese momento un auto que venía en dirección contraria impactó sobre el auto de la madre de la niña haciendo que este de varias vueltas de campana, el hombre desapareció en el humo, seguramente muerto bajo alguno de los dos autos. Coloqué a la pequeña en el suelo, a unos cuantos metros del accidente. Su madre llego corriendo, al parecer su hija no entraba en su campo visual ya que se le enrojecieron los ojos y un grito desgarrador salió.

-¡Alexiel! ¡No por favor mi niña no! ¡Alex! -La niña se acercó temerosa a su madre apretando el peluche contra ella.

-Mami... -La mujer volteó bruscamente, encontrándose con la niña en perfecto estado, la tomó por los hombros y la apretó contra su pecho, no paraba de sollozar y repetir el nombre de su hija.

Mi vista comenzó a fallar, todo se veía borroso, mi respiración se volvió pesada y las piernas me temblaban, en un parpadeo ya estaba en mi habitación. Él pasaba junto a unos ángeles a unos cuantos metros, sin pensarlo me dirigí hacia él.

- ¿Por qué no me quede con ella? ¿Por qué volví tan rápido?

-Aún no es el momento -Sonrió y se alejó tranquilamente

Su respuesta no me fue suficiente, pero me sentía bien conmigo mismo, como si fuera lo mejor que había hecho hasta ahora. Esperé a que Alex durmiera, tomé una bocanada de aire cerrando los ojos y solo me deje llevar imaginando que estaba a su lado.

-Tuviste suerte hoy, aunque quisiera llevarme el crédito no sería lo correcto, yo... Ni siquiera sabía que podía aparecer a tu lado y es extraño porque... -Me quedé helado, podía escuchar su respiración a mi lado y sentir el latido de su corazón, estaba sucediendo de nuevo, había aparecido en su habitación de la nada.

Empezó a removerse incómoda y a tientas encontró mi mano, sonrió levemente aunque más parecía una mueca y casi en un susurro dijo gracias, jamás me habían dado las gracias... Me acomodé y empecé a contarle todo de mí, como fue el día en que nací y cada día de mi vida, lo recordaba todo, una de las ventajas de un ser inmortal, noche tras noche le contaba algo distinto, sobre su día o el mío incluso a veces le daba consejos. Una noche días después de haber cumplido 12 años, le contaba sobre como llegué al cielo, cuando de la nada despertó, solo se quedó viéndome, apretó los ojos y no dudé en tirarme al piso, excelente idea lo sé. La escuché suspirar y luego de unos minutos salí de mi escondite, acercándome a ella para comprobar si dormía.

-Si te acercas más, juro que gritaré.

-Yo... Yo...

- ¿Quién eres? – Sus ojos brillaban con el reflejo de la luz que se colaba por su ventana

In aetérnumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora