Capítulo Tres

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Era una madrugada muy fría, neblina llenaba el pueblo de Liverty mientras con mucha lentitud y pena se asomaba el sol. Quizás era muy temprano, pero ya los lindos pajaritos cantaban y en una alejada propiedad reconocida ya se estaban despertando.

La grande casa contaba con dos pisos con más de cinco cuartos, tenía dos salones repletos de retratos y obras con un precio elevado. Y una colección sorprendente de esculturas de piedra admiradas por grandes artistas salteadas por toda la mansión.

En la propiedad Riveltry, ya estaba el señor y alfa de la casa, HyunJin, despertándose con la ayuda de sus sirvientes. Y ahí estaba su más íntimo ayudándolo con las medias mientras él estaba con una camisa y su cabello despeinado.

Por supuesto, el dueño de la propiedad no era un simple alfa joven de veinticinco años, pese a su edad contaba con suficiente sabiduría y una perspectiva. Era leal a sus principios y por supuesto, todo un caballero con los y las omegas.

Había decidido madrugar no por algo en específico, en realidad era que su error de la noche anterior no lo dejaba descansar.

Tenía mucha vergüenza, para ser un alfa tan importante y educado, su manera tan vulgar e imprudente de haber tratado a JeongIn había sido una total, ridícula y penosa situación que lo perseguía, parecía que a su bocota no le fue suficiente comportarse tan grosero con el Omega en su cumpleaños.

Su relación con el joven es un poco complicada, ellos son amigos pero él no puede evitar criticar esas actitudes irresponsables y mimadas del chico. Le molestaban y no entendía como podía ser aveces tan egoísta.

No mentía cuando decía que hacía cosas para dejar de pensar en esa situación, pero cuando menos lo notaba ya estaba recordando el bochornoso momento y su metida de pata frente a JeongIn y el señor Yang, sobretodo, aún le apenaba las miradas a su persona y como el padre del Omega se hacía el ciego, sordo y mudo ante la incómoda escena.

Se tapó la cara con sus manos, avergonzado de volver a recordar el momento penoso y suspiró.

Entonces, la hija alfa de su ama de llaves apareció, una adolescente ocurrente y muy grosera, pero le caía bien.

—Pareces un loco tapandote tanto la cara, huele a que el alfa Hwang tiene problemas.

—La verdad, jovencita, estás aprendiendo a leer a las personas bien. Realmente si tengo un problema, ¿Planeas ayudarme o solo burlarte?.

—Solo planeo saber para burlarme, ¿Qué sucedió?.

—Me atreví a llamar a un Omega del que siempre me burlo y critico, "omega" en medio de una despedida.

—¡¿Qué?!.

—¡Ya lo sé! No me mires así, no sé porqué lo hice, yo solo- solo creo que fue porque se acerca mi celo o no lo sé, ¡No lo sé!.

Yeji se cruzó de brazos y lo miró unos segundos, parecía sentir pena ajena por él. El alfa solo estaba acostado en su sofá de uno de los grandes salones con pinturas, lleno de arrepentimiento.

—¿Fue al joven Yang?.

—¿Cómo lo sabes?.

—No lo sé, quizás es al único que por equivocación le dirías Omega, porque le tienes confianza y parece tu Omega, a los demás tu caballerosidad y principios no te permitiría abusar de la confianza.

—¡Yeji! No digas esas barbaridades, si te escucharan otros comenzarían a crear chismes.

—Lo sé, sobretodo la señora Kang.

Le Jeu De L'amour | HYUNIN | OMEGAVERSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora