Familia Marks #3 (H)

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—Ya estoy aquí, ¿cuánto vas a tardar?

—Lo que dure la charla del entrenador, sabes que a veces se enrolla con las preguntas de Ryan —bufé al otro lado de la línea—. Pero si quieres entra, sabes que a mis padres no les supone problema. Además, la piscina la han limpiado hoy, espérame allí.

Di saltitos interiormente. Las ventajas de tener un novio con padres ricos. Me despedí de él con un «te quiero» y entré a la casa sacando la llave de repuesto que hay debajo de una de las piedras del jardín.

El padre de Jack se había ido de viaje de negocios, lo que suponía un gran alivio para mí porque había estado evitándolo todo lo que llevabamos de verano, y Clara, su esposa, lo había acompañado con la excusa de que no conocía Liechtenstein. Bryce, su hermano, se quedaba a cargo de los asuntos de la empresa aquí en la ciudad, por lo que no llegaba hasta ya entrada la noche.

Contra él no tenía nada, pero, al parecer, él contra mí sí. Siempre que Jack me llevaba a su casa y él estaba por allí me dirigía miradas de superioridad. Pero yo no era la única víctima de su desprecio.

Bryce nació en una época en la que sus padres buscaban desesperados tener descendencia ya que, durante años, no lo habían logrado. Eso conllevó a que él fuera el favorito y el consentido. A Jack también lo querían, no había duda, pero el comportamiento de los padres señalaba a gritos quién era el mimado. Todos estos factores condenaron a Bryce a formar esa personalidad arrogante y esa actitud de superioridad, que también adoptaba cuando estaba cerca de Jack.

Supongo que, como mi familia no pertenecía a la clase alta, yo no era digna de formar parte de su casta.

Crucé toda la casa hasta el patio trasero que era donde se encontraba la piscina. Aproveché que no había nadie en casa y que los vecinos no tuvieran vistas al lugar para quitarme la parte de arriba del bikini y tumbarme al sol.

Una media hora más tarde, segura de que algo de color había cogido, decidí refrescarme en la piscina. Con suerte, Jack llegaría mientras yo estuviera en el agua y se metería sin dudarlo. De solo pensarlo un cosquilleo me recorrió todo el cuerpo hasta la entrepierna.

Nadé hasta la parte honda, allí mis pies no tocaban el suelo pero los de alguien que fuera un poco más alto sí lo harían. Me coloqué en un sitio en específico y apoyé mis brazos en el borde. De la pared salía un chorro que estaba ayudando a calmar mi calentura. Me quedé allí un rato, en el que casi me quedo dormida, hasta que escuché un ruido a mis espaldas.

—La piscina municipal está en la otra punta de la ciudad.

Me giré rápidamente ahogando un grito por el susto. Sin embargo, no era la persona que esperaba ver.

—¡Joder Bryce! ¡Casi me matas del susto! —chillé. Él también se había metido al agua, pero en el otro extremo de donde estaba yo.

Me toqué el pecho sintiendo como el corazón me iba muy acelerado. En ese momento recordé que estaba desnuda de cintura para arriba y que mis, no muy grandes, tetas estaban flotando en la superficie. Me las cubrí como pude ruborizándome de arriba a abajo.

Opté por volver a darme la vuelta, salir de la piscina y caminar de espaldas a él hacia la tumbona donde estaba mi otra parte del bikini. Pero cuando sacaba los brazos para impulsarme hacia arriba dos manos me cogieron de la cintura y me volvieron a arrastrar hacia abajo.

Era él. Había nadado hacia mi de forma silenciosa, o estaba tan metida en mi mundo que ni siquiera lo escuché acercarse.

—¿Te he dicho que te vayas? —Sin duda corría por los genes de los chicos Marks lo de intentar hacer que me diera un infarto.

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