CASS
La sala de espera estaba sumida en un inquietante silencio que contrastaba con el alboroto inicial del personal médico y el incesante timbre del teléfono que quedó después, cuando las secretarias realizaron el cambio de turno. Aunque molesto, ese timbre funcionaba como un amortiguador para los oscuros pensamientos que inundaban mi mente mientras esperaba en una de las tantas sillas pegadas al muro, entre una máquina dispensadora de café descompuesta y la puerta de la habitación de Dylan.
La nueva secretaria, una chica rubia, se acercó a mí ofreciéndome una limonada en un vaso de plástico transparente. Su tono fue de extrema delicadeza cuando se disculpó por no tener agua caliente, pero según su parecer, me urgía beber algo dulce ya que mi rostro, al igual que el de mi hermano cuando llegamos a la sala de urgencias, evidenciaba una baja de azúcar. Cuando me preguntó si mi madre querría algo, le aconsejé que sería mejor no interrumpirla. Ella asintió respetuosamente antes de regresar a su puesto tras el escritorio curvo.
Apenas alcancé a beber un sorbo de mi limonada cuando las puertas automáticas se abrieron de par en par, dando paso a Sofi y Blake, quienes entraban algo cautelosos a la sala. Mi amiga saludó tímidamente a la secretaria alzando una mano y luego se sentó a mi lado, mostrándose evidentemente preocupada.
—¡Oh, Cassie...! —Me tomó ambas manos con fuerza, casi haciéndome volcar mi vaso. Su tono reflejaba un profundo pésame, y sus ojos, aún húmedos, evidenciaban que había llorado en el camino—. Lo siento tanto, tanto...
La sobrecarga emocional en su rostro y su voz cargada de dramatismo me molestaron de un modo que no lograba comprender. Aunque sabía que Sofi solo estaba siendo empática, Lo último que necesitaba en esos momentos era añadirle más pesimismo a la tormenta de oscuridad e incertidumbre que me rodeaba.
—Se recuperará. —Tragué saliva y me esforcé en sonar convincente—. Algo pasa con su sangre; sus niveles de azúcar estaban críticos y el coma inducido es parte del tratamiento. Sé que puede sonar grave, pero según los expertos, esto es solo el protocolo en estos casos. Todo está en orden.
Blake se mantenía a unos prudentes pasos de distancia, luciendo un suéter colorido y unos jeans gastados. Con una mano sostenía una gruesa chaqueta, y la otra la llevaba metida en el bolsillo de su pantalón.
En cuanto hicimos contacto visual, alzó una de sus claras cejas y trató de sonar casual cuando habló:
—Hubiésemos llegado antes... de no ser por su nefasto sistema de transporte público —aportó Blake, sin molestarse en ocultar su hastío. Aparentemente había captado mi necesidad de bajarle la tensión a la conversación, y lo siguiente que hizo fue apuntar a la máquina apagada a mi lado—. ¿Acaso no hay café?
—Está averiada —respondí, inclinándome hacia adelante y apoyando los codos en mis rodillas para susurrarle—. Pero estoy segura de que ella estaría encantada de hacerte una limonada.
La secretaria, que hasta entonces había estado mirando flechada a Blake, desvió rápidamente su atención hacia su monitor en espera. Blake giró su mentón levemente para sonreírle y, por un breve momento, su blanca y genuina sonrisa se sintió como un bálsamo para mi dolor.
—¿Y pasarás la noche acá? —preguntó Sofi, aún sonando preocupada. Claramente no había captado las señales respecto al tono de la conversación.
—Hoy no... —respondí, lo más calmada que pude—. La vigilia la puede hacer solo una persona, y hoy obviamente será mi madre. Yo tengo que ir a casa y luego volver para dejarle unas cosas. He intentado llamar a Elías, pero no contesta.
Blake pareció percibir antes que nadie la llegada de alguien más a la sala. Se volteó alerta hacia las puertas automáticas, que se abrieron para dar paso a un hombre alto y corpulento: Elías, el novio de mi madre. Su rostro reflejaba una completa desesperación y agitaba incesante las llaves de su camioneta en la mano. Llevaba tres chaquetas encima, como si la prisa o el caos no le hubieran permitido decidirse solo por una.
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DEVON
ParanormalMi dedo bajaba distraídamente el scroll del mouse mientras veía Tumblr, pero mi mente estaba muy lejos de allí. -¿Te das cuenta? Su voz me hizo aterrizar. Me volteé y vi a Devon sentado sobre en mi cama. -¡¿Qué demonios?! -Aún no me acostumbraba a s...