Capítulo 11: "Oscuridad"

73 2 2
                                    

Se removió un poco al sentirse incómoda. Confundida abrió los ojos y trató de enfocar su visión. Al hacerlo, se percató del agua que la rodeaba.

- "¿Agua...?"

Fue suficiente para reaccionar completamente y se sentó de un salto. Mirando se percató que todo estaba rodeado de agua, ella estaba completamente empapada. Había dos antorchas en la pared, donde se dio cuanta que estaba en una especie de templo. Sin saber que hacer, se levantó sintiendo las piernas temblar.

Negándose a sucumbir al miedo, se acercó a la luz de la antorcha y la sacó de la pared. Ahí, presto atención a la pared, y a las columnas.

No recordaba que hubiera alguna así, todo lleno de oro...

Comenzó a analizar los manuscritos, todos hablando de los Dioses y de los anteriores faraones. Mientras iba avanzando, se dio cuanta que mostraban de como cada faraón falleció... Frunció el ceño al ver el que era el padre de Atem...

- ¡Atem!

Había un dibujo de el, de cuándo se coronó, de los actos más destacados que hizo y...

- El Faraón Atem entregó su corazón en bandeja de plata a una aprendiz, indigna... -leyó el manuscrito, entrando en pánico.- Y ella, lo destrozó. Clavo una daga en su corazón...

Los latidos aumentaron y su pecho subió y bajo rápidamente. Negó con la cabeza, no creyendo lo que leyó, negando los dibujos de ella con una daga... Ella era incapaz de lastimarlo, jamás podría hacer eso...

Ella lo amaba, cargaba con ese pecado. Rezaba para que los Dioses la perdonarán...

No...

Por la luz del fuego se percató que el agua se volvió roja. Sangre.

Gritó y se arrastró hasta chocar con la pared. Se dio la vuelta bruscamente provocando que la antorcha caiga y la sangre apagué el fuego. Y así, con la poca visibilidad que le proporcionaba la otra antorcha, con la luz iluminando su rostro y el de la pared, observó a un gran animal, mirándola de frente, con su cabeza de cocodrilo, sus dos patas de león y las restantes de hipopótamo.

Ammyt.

De la sangre salieron brazos y la agarraron. Con lágrimas en los ojos sollozo y fue arrastrada.

- Atem... -sollozo su peor pecado.

Y sin más fue arrastrada a la oscuridad.

.


.

La última vez que había visto en el palacio un caos silencioso fue cuando falleció el anterior faraón. Era silencio absoluto y seguir los protocolos.

Ahora, todos caminaban sobre espinas sin saber cuándo se clavarian con una.

Y esa espina era el Faraón.

Con delicadeza apartó el flequillo de su alumna, sintiendo la transpiración en su palma. Su respiración era tranquila, pero aveces hiperventilaba. Irradiaba vibras peligrosas.

Hace dos semanas que no despertaba. Hace dos semanas que estaba tirada en la cama, como si de una muerta se tratase. No importara cuantos rituales, súplicas y oraciones se hicieran, seguía igual.

Era una hija para el, y no podía hacer nada. Era doloroso aceptar qué no sabia que hacer. No tenía ni idea que pasaba, que le pasaba. Por más magia que usarán, nada cambió.

Las puertas se abrieron.

- Faraón -inclinó la cabeza separándose de su alumna.

Sospechaba qué el Faraón estaba peor que el.

- Mahad -saludó acercándose a el.- ¿Nada nuevo?

- Lamentablemente no... -observó como Atem miraba a Mana de manera sombría.

Pudo ver la frustración y el dolor en sus ojos. La impotencia de no poder hacer nada. Como si de un castigo se tratase.

Atem la miró un rato más antes de acercarse. Agarró una tela blanca que estaba en la mesada, y la mojo en la cuenca de agua. Retorció la tela y lo acomodó en su frente. Una falta de respeto para un faraón, una deidad cuidando a un simple mortal...

- Mana...

Apretó su mano con la de ella, rezando que habrá sus ojos y acabe con todo este sufrimiento.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 15, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

"El secreto del Loto Azul" Yu-Gi-Oh (AtemxMana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora