Esa noche, después de que ambas hadas desaparecieran, Vanya tomó su bolso y corrió a la puerta del edificio, quería huir, pero cuando llegó a la calle se dio cuenta que no tenía sitió donde ocultarse. Si ellos quisieran, podrían encontrarla donde fuera.
El pecho se le apretaba con cada respiración, el aire parecía escapar de sus pulmones, pero no volver; las manos le temblaban, pequeñas sacudidas incontrolables; sus piernas se sintieron débiles y gelatinosas.
Se sentó en la acera sin importarle que eran casi las diez de la noche y no vivía en un barrio muy seguro; sus zapatillas quedaron sumergidas en un charco de agua sucia, el líquido marrón se filtraba con rapidez y al poco tiempo sus calcetines se humedecieron, aun así no se movió. Sus dedos se aferraban al borde de la acera mientras trataba, sin resultado, de regular su respiración.
El frío del otoño comenzaba hacerse presente, una gélida brisa trepó por los brazos de Vanya que sólo eran cubiertos por una fina camisa blanca, sus pantalones de vestir negros tampoco cooperaban con mantener a raya la baja temperatura, el cuerpo ya se le comenzaba a adormecer. Las suaves ondas oscuras acarician su rostro, que a pesar de ser dorado por el sol, ahora se veía blanquecino.
De sus labios, que se veían rosa pálidos, escapaba una frase, un murmullo: — Esto no es real.
Dos horas después regresó a su apartamento, una sensación desconcertante se le posó sobre el vientre, pues al abrir la puerta creyó que volvería a encontrarse con Beeten o Cornelius, pero tal como cuando se marchó, no había nadie.
Miró el libro con la moneda y no fue capaz de tocarlas, fue a por la cadena que dejó sobre el cuenco donde guardaba las llaves, para dejarla con los demás objetos, y con la manta tejida que cubría el sillón, tapó la mesita. No quería verlos, si no los veía realmente no ocurría nada. Nada habría pasado.
Durante tres días, más allá de los sueños y esperanzas, de las estrellas y el tiempo, en un palacio de vidrio, un hada sentada en un trono que parecía de cristal, aguardaba a que una humana lo llamara. Beeten tenía la cadena gemela alrededor del cuello, y durante una cantidad casi infinita de veces en el día, colocaba su mano en el diente que colgaba a la espera de sentir un llamado, un mero indicio de contacto.
Claro está que no sabía que podría esperar una eternidad, ignoraba que al mismo tiempo, Vanya, en cada ocasión que se cambiaba de ropa o encontraba algo sucio, lo lanzaba sobre la gargantilla, enterrando los recuerdos, obligándose a olvidar.
Puede que esta historia hubiese terminado así, de no ser porque Vanya experimentó el vacío por costumbre, y es que después de tanto tiempo de sentir la presencia de Beeten, ahora que esta había desaparecido, percibía demasiada calma en su entorno.
La noche del cuarto día después de las visitas, ella tuvo un sueño extraño, con gente que volaba, dientes, monedas y niños felices. Despertó agitada, un sudor frío le perlaba la frente y se deslizaba por su cuello; quería comprender qué le ocurría, pero sentía tantas emociones, todas sobrepuestas, empujándose, que no podía identificar una por sí sola.
Y era complicado porque, en algún lugar de su cabeza, gritaba que daría lo que fuera por volver el tiempo atrás; la ansiedad se deslizaba por su garganta como tentáculos de solo pensar en averiguar la verdad; el imaginar llamar a Beeten, un ser que podría en teoría estar saliendo de otro mundo o dimensión, para que le explicara por qué la necesitaban a ella, sonaba abrumador, más de lo que una mente humana podría procesar.
Al mismo tiempo ocurría otra cosa, que de hecho molestaba a Vanya, e iba contra la lógica y el sentido común, algo que ella veneraba; el recuerdo de aquel día, de ver a esas dos figuras de pie en su puerta, de que le revelaran la verdad se iba deshaciendo. Era como que en su propia mente aquella imagen se fuera desvaneciendo como el humo de un cigarrillo, se iba diluyendo como una gota de tinta en un cuenco con agua, y ella trataba de aferrarse, de re armar su memoria, pero le producía incomodidad. Y una voz distinta le susurraba que olvidar no era bueno.
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Legado de Sangre
FantasiUna humana atrapada entre los estándares ajenos ha sido seleccionada para tratar de salvaguardar un mundo hasta ahora desconocido. Un millar de secretos circundan a Lydianraf y Vanya se pregunta cómo cada uno de ellos podría tener relación con su l...