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Capítulo 4 - Regreso a casa (4)

Elric tuvo un sueño.

Soñaba que masacraba soldados en un campo de batalla ensangrentado y embarrado.

El hedor de la sangre y el olor de los cadáveres putrefactos se mezclaban, entumeciendo su olfato. Los gritos de los soldados le hacían zumbar los oídos. Su visión era en blanco y negro.

Agitando frenéticamente su espada, apenas avanzaba mientras el bombardeo de llamas de los magos, los arqueros y la unidad de artillería teñía su visión de negro absoluto.

Era como si estuviera mirando las fauces abiertas de un monstruo gigante.

Elric contemplaba la escena con la mirada perdida, y sólo al final consiguió...

"¡Huhk...!"

Despertó del sueño.

Tambaleante, Elric se sentó en la cama y miró a su alrededor.

Un escritorio, una cama, una armadura de caballero y las espadas decorativas que colgaban de la pared pintaban un cuadro de tranquilidad.

Esto no era el campo de batalla. Era una habitación apacible donde no se sentía en absoluto la conmoción del Oeste. Era la habitación de su infancia, donde todo era tal y como lo recordaba.

'...Sí, ya estoy de vuelta en casa.'

Con mano temblorosa, Elric extendió la mano.

Aunque sabía que aquí no había enemigos, no podía relajarse.

Su cuerpo sudaba frío. El corazón le latía como un loco y sus sentidos agudizados captaban todos los sonidos a su alrededor, incluso el piar de los pájaros al otro lado de la ventana.

'Una espada, una espada....'

Eran los efectos de un trastorno psicológico.

Criado en el campo de batalla e inmerso en su locura, Elric se había visto afectado por una enfermedad que le impedía soltar la espada, ni siquiera por un instante.

Con un estrépito, encontró una daga encima de un armario cercano.

Elric acunó la daga entre los brazos y respiró hondo.

Los latidos de su corazón se ralentizaban.

Fue en ese momento.

"Señor, ¿ha tosido?"

preguntó Aldio desde la puerta.

El sonido de su voz devolvió a Elric a la realidad.

"...Sí, acabo de despertarme".

Se oyó un leve piar de pájaros.

...

Qué alojamiento tan lujoso.

Después de llegar tan tarde la noche anterior e ir directamente a su dormitorio, Elric se sintió incómodo por la mañana en la mansión.

Había pedido un baño frío y enseguida se encontró con una palangana llena de agua fría.

Después de lavarse, vio que ya le habían preparado la ropa, y la tela era tan suave que casi le parecía que no llevaba ropa. En el campo de batalla, siempre había llevado ropas ásperas que se destrozaban cada vez que luchaba, así que no pudo evitar notar el contraste.

Elric se abrochó la camisa y se ajustó la corbata.

Al mirarse en el espejo, no vio ni rastro de Kasha, el Demonio de la Espada.

Mi Mujer Esperaba En Los Campos De TrigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora