Capítulo 13 | Teatro de medianoche

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Parte II

Sus manos atadas detrás de su espalda, casi podía sentir como el cinturón se enterraba en su piel mientras está temblaba. No podía moverse o un movimiento bastaría para que esa vela quemara su espalda desnuda.

Temor. Eso era lo único que conocía. Y lo único que estaba sintiendo, además de sus lágrimas que bajaban de sus ojos hasta estancarse en el pedazo de tela que estaba alrededor de su boca.

No podía gritar.

No podía moverse.

No podía evitarlo.

Y su miedo. Su miedo aumentó cuando los pasos se acercaban y sentía la vela más cerca, casi podía oler la cera derretida y sentir como esta caía en su espalda. Dolía.

Su cuerpo dió un brinco antes de levantarse, fue como si su pecho se impulsara. Con los ojos abiertos y empapada de sudor. Agitada y sosteniendo su cuerpo, como si sus dos brazos la estuvieran protegiendo.

Asi que, todo había sido una pesadilla. Porque sí, sus recuerdos eran una pesadilla qué por más que lo evitaba, aparecían de noche.

Su pecho aún subía y bajaba y un nudo se formó en su garganta, el llanto de Lilith había quedado atascado. En cambio, ahora sostenía las sábanas con fuerza mientras intentaba calmarse.

Cuando el pánico sé detuvo, hizo a un lado las sábanas y buscó en su cajón el primer encendedor y un cigarro.

Odiaba el cigarro, el aroma y la molesta ceniza qué se hacía al terminarlo.

Aún así había encendido uno.

Abrió las ventanas de la habitación y dejó qué él humo fluyera mientras sus pulmones se dañaban. Después de todo, todo de ella ya lo estaba, había muerto cuando su madre la abandonara como un desecho, había muerto con la primera vez que alguien la tocó, había muerto con cada quemadura, había muerto con todas esas veces que rogó en silencio qué se detuvieran, había muerto cuando por primera vez sus manos derramaban sangre. Y murió definitivamente cuando le arrebataron su única oportunidad de ser feliz, sí es que alguna vez supo lo que significase esa palabra.

Después de todos sus pensamientos, llegó a una conclución. Debía terminar con Jeffries, aún si eso le costaba la vida.

°♤°
 

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Era el tercer día que Bond y Lilith visitaban el teatro y era la sexta representación qué veían.

—Realmente me gustaría preguntar el porqué hemos visto todas la obras, pero eres tan impredecible como él— A "él", se refería a William. — Pero en la Irene Adler qué murió hace tiempo tiene una sospecha de lo que significa esto y no puede evitar sentir repudio.

Lilith quién se había mantenido recta, mirando el escenario y del escenario al público. Miró a Bond y respondió.

—Cuándo observamos a detalle nos damos cuenta de lo horrendo qué es la humanidad— Ambos sabían a qué se referían con eso, simplemente intercambiaron miradas y Bond no quiso decir más al respecto. A veces era tan complicado hablar con Lilith y no porque las personas no quisieran, si no que, ella las alejaba.

Pero era demasiado buena para convencer a cualquier persona y al día siguiente terminara a su merced.

—Pero, respondiendo a tu pregunta. Estamos aquí porque hoy vendrá.

Escarlata | W. James MoriartyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora