𝐄𝐥 𝐒𝐢𝐥𝐞𝐧𝐜𝐢𝐨 𝐇𝐚𝐛𝐥𝐚

115 15 65
                                    


No importaba cuan ocupadas y agotadas estuviéramos durante el día, se debía planear la visita de la comitiva de Perang a Daus en un tiempo tan corto que yo misma comenzaba a pensar que aquello sería imposible.

Banquetes, recorridos, celebraciones, cultura, todo se debía incluir en el viaje. Por fortuna una de las festividades más importantes para Fitore y sobre todo, para el distrito de Daus, se acercaba.

Luminara era el nombre de la celebración, en la cual se honraba a la diosa Lumina y el regalo de la libertad que alguna vez había otorgado a todo el reino.

La leyenda contaba la historia de una néfele, la cual se había enamorado de un mortal, sin embargo en aquel entonces al odiarse dioses y humanos, estaba prohibido que siquiera pudieran verse.

El humano, de nombre Arhak, buscaba una oportunidad de sobrevivir para él y varias personas desterradas de Aghat. Sin embargo, para huir del reino, tenían que pasar por una frontera boscosa, en la cual habitaban los dioses y por lo que era seguro que si un humano se acerba terminaría muerto.

Lumina rogó al dios del sol ayudarle a mantener a Arhak y su gente a salvo por lo que dio su vida a cambio de brindarles un camino seguro en medio de la oscuridad, camino que los guío hasta lo que se conoce ahora como el distrito de Daus.

El amor de Lumina por Arhak fue más grande que el odio entre seres o las propias reglas que tenía impuestas. Arhak fue el fundador de Fitore, creó tal celebración para recordar a su amada, aunque se dice que el joven al ver que Lumina había dado la vida por él, pidió a las estrellas ataran su alma a la de ella para en otra vida volverle a encontrar.

De esta leyenda nacieron unas peculiares flores llamadas "Solarias". Es tradición que las casas y calles se adornen con estas flores durante toda la temporada y llegado el día de Luminara los enamorados intercambien solarias iluminadas para alumbrar todo el lugar.

Entre enredos y cosas que olvidaba por aquí y allá, me vi obligada a explicar cómo se celebraba Luminara en Daus a mis compañeras y al príncipe Altair. Este último llegaba a intimidarte bajo su atenta mirada y rostro inexpresivo, era imposible leerle o adivinar qué era lo que pensaba.

Mi voz llegó a temblar pensando en que quizá podría haberle molestado gracias a su falta de palabras o gestos, mas intenté mantenerme tranquila.

—¡Deberíamos presentar la historia de Lumina en una obra de teatro! —exclamó Narumi amando la pequeña leyenda que había relatado.

Altair enarcó una ceja ante el comentario de la cortesana sopesando si aquello era una buena idea.

—Piénselo Alteza, sería una forma elegante y fácil de representar el origen de nuestras tradiciones. Además... Es taaaaaaan romántico —suspiró soñadora.

—Sería una buena idea, pero no tenemos un buen guion de teatro para esto —argumentó Lady Elizabeth preocupada.

—Levana es muy buena con los versos y esas cosas, entre ella y Meena seguro podrán armar algo —resolvió Narumi sin pensarlo.

Fruncí el ceño confundida por su respuesta, si bien no me molestaría adaptar la leyenda a uno de mis mayores amores, el cual era el teatro, no encontraba la relación de todo esto con Meena. Y al parecer, a tampoco le hacía gracia.

—Ustedes se llevan bien, y Meena ayudará a nivelar el dramatismo con el que siempre hablas Lev —se explicó Narumi.

Madame Fontaine aún presente se aclaró la garganta al escuchar la manera de referirse de Narumi hacia nosotras. Aquello fue suficiente para provocar que se encogiera en su lugar.

Una Corte de Cristal #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora