𝐔𝐧𝐚 𝐀𝐝𝐢𝐯𝐢𝐧𝐚

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Nos tomó todo el camino explicarle a Narumi lo que sucedía. Meena se guardó el hecho de haber conocido a Altair por lo que cambió su interacción por un simple "Sé de buena fuente". Aunque claro, eso no explicaba sus lágrimas y su latente melancolía.

—Está preocupada por mí —intervine al momento en el que Narumi le cuestionó aquella falta de coherencia en su actuar—. Meena parece ruda, pero tiene un corazón sensible.

Ni Meena creyó mis palabras al escucharlas, pues puso los ojos en blanco al mencionarlo.

Narumi arqueó las cejas aún dudando de mi veracidad, mientras yo sonreía culpable.

—Déjame ver si entendí —comenzó a recapitular la chica—. De alguna manera salvaste al príncipe Asra que se contagió de bruma escarlata y desde entonces te has visto con él a escondidas en el jardín por las noches, te enamoraste, pero ahora Altair te pedirá matrimonio en el baile, según "fuentes cercanas a Meena".

—No diría eso... —mencioné apenada por decirlo en voz alta.

¡TE ENAMORASTE, LEVANA! —exclamó más fuerte de lo que me hubiera gustado—. ¿Por qué otra cosa si no me estarías contando esto?

Hice un ademán indicando que bajara la voz, pero esta seguía tan emocionada que parecía querer gritarlo a los cuatro vientos.

—Al principio creí que el príncipe Asra te llamaba la atención o incluso te gustaba, pero esto...

Naru... —le reclamé en voz baja intentando callarla.

—Aunque sigo sin confiar del todo en la "fuente" de Meena —pronunció entrecerrando los ojos como si sospechara de las palabras de la morena.

—Es una fuente confiable, ya lo dije —rebatió como quitándole importancia.

El viaje había sido tan rápido que ni los magníficos puentes que cruzaban el mar entre las islas de los distritos, ni el cambio notable de estaciones fue perceptible para los pasajeros. El frío comenzaba a hacerse presente en la cabina, mas ninguna de las tres notó aquel sol a medio cielo que iluminaba un bosque cubierto completamente por nieve.

El ferrocarril frenó en la única estación, oculta de cualquier asentamiento, justo en medio del bosque. Esta acción provocó que las tres jóvenes, aún absortas en nuestra discusión, saliéramos volando. Aterrizando Meena sobre el regazo de Narumi, mientras yo me golpeaba la cabeza contra la repisa para las maletas.

—¿Cómoda, meribi? —pronunció Narumi con media sonrisa juguetona y cierto tono coqueto con la intención de molestar a Meena al terminar tan cerca de la peragní.

Meena enrojeció en cuanto le llamó "Meribi".

Meribi era un postre muy apreciado en Aghat, tan dulce como la miel, y uno de los platillos más sabrosos del imperio. Ambas sabían que al llamarle de esa manera le estaba diciendo "dulzura" indirectamente. Aunque no supe interpretar si aquel rubor era causado por vergüenza o furia.

Lo único que me indicó que aquello terminaría mal fue el puño de la morena levantándose rápidamente en un intento por terminar golpeando el rostro de Narumi, quien se mantenía aún sonriente como si hubiera ganado un premio.

¡NO! —exclamé al momento en el que me abalanzaba sobre ambas interponiéndome entre el puño de Meena y Narumi.

Aquello provocó un escándalo aún más grande entre los gritos de Narumi, los improperios que soltaba Meena y mis esfuerzos por separarlas. Esto no tardó en llegar a los oídos de Madame Fontaine que en pocos segundos ya estaba en la entrada del compartimento mirándonos fulminante. Casi podía observar cómo una vena en sus sienes estaba a punto de reventar por todo el enojo que intentaba reprimir.

Una Corte de Cristal #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora