"Tic... Tic... Tic..."
Aquel relajante repique era lo único que se podía escuchar en toda la habitación. Asra había pasado varias noches trabajando en aquella delicada cajita del cual provenía el sonido. Debía terminar el mecanismo para la mañana siguiente, sin embargo cada que pensaba esta a punto de terminar, algo salía mal.
"Clac". Su mecanismo volvió a fallar, desplomando varios engranes unos sobre otros.
Seis campanadas replicaron a lo lejos anunciando el atardecer. Se había sumergido nuevamente un día entero en todos sus inventos. Acercó delicadamente sus pinzas a la runa que había depositado al fondo de la caja debajo de los engranes, le observó por un segundo antes de que el calor que esta producía alcanzara sus dedos a través del metal provocando cierto ardor en las yemas de sus dedos.
—Alteza, la princesa Navani le ha mandado llamar —le interrumpió una doncella.
—Mierda —murmuró para sí mismo al dejar caer las pequeñas pinzas junto a la runa aún resplandeciente sobre su escritorio antes de volver su atención a la recién llegada—. Gracias, Lila ¿Puedes decirle a Navani que le veré más tarde? Saldré a arreglar algunos asuntos para mañana.
El príncipe no tardó en guardar aquella caja que encajaba perfectamente en la palma de su mano, como si fuera su tesoro más preciado mientras la doncella seguía de pie en la entrada observando con cierta culpabilidad en su rostro.
—Insistió en que era urgente, Alteza —presionó lo más respetuosamente posible—. Es sobre el príncipe Altair.
Asra chistó al oír aquellas palabras. Seguramente Navani había escuchado su discusión por la mañana, o peor aún, Altair pudo haberle comentado del desacuerdo. Fuera como fuera, no tenía ánimos para escuchar más argumentos sin sentido.
Tanto Navani como Altair se veían cegados por el deber y la imagen casi sagrada de un gobernante, dejando de lado su propia autonomía. Entendía bien aquella postura, al ser Navani la mayor de los tres y Altair el próximo rey, mas cierta parte de él añoraba cuando su hermano no era así, cuando ambos se permitían ser más libres.
Los dos príncipes apenas se llevaban un año de diferencia, desde pequeños habían sido mucho más unidos entre ellos que con su hermana, pero un desacuerdo había roto ese lazo, el cual parecía ya irreparable.
Asra tomó un pequeño engrane de metal que había apartado de su mecanismo para dárselo a la pobre doncella quien se rehusaba a dejarle ir.
—Entrega esto de mi parte a la princesa, por favor —pidió amablemente.
Aquel gesto se había convertido en algo común en el príncipe, pues al ver el pequeño objeto de metal, Navani sabría que la doncella había acudido en busca de su hermano, mas este se había negado a asistir a su llamado. Al menos así la doncella no sería reprendida por su ausencia.
La pobre chica no tuvo más remedio que despedirse con un suspiro y una reverencia al momento en el que el príncipe salía con paso apresurado hacia el sendero del lago.
Iba un par de minutos tarde a su encuentro con Levana, minutos que se negaba a seguir desperdiciando.
La sola mención de la joven hacía que Asra sonriera como tonto, gesto que la mayoría de las veces intentaba ocultar a ojos de su familia y concejales, pero ahí, entre los pasillos y jardines, podía darse el lujo de mostrar aquella faceta ilusionada que portaba.
Los segundos pasaron mientras buscaba entre el bullicio del sendero en donde tanto guardias, doncellas y sirvientes iban y venían con apuro. Indagaba entre todos ellos esperando vislumbrar aquella característica cabellera blanca junto con ese par de ojos de colores tan diferentes que le enloquecían. Sin embargo, los minutos pasaron a medida que poco a poco sus esperanzas comenzaban a apagarse, parecía que la joven no acudiría a su encuentro.
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Una Corte de Cristal #PGP2023
Viễn tưởngLa corte de cristal está llena de misterios y secretos. Con el príncipe heredero atento a quién será merecedora de su corona, un amor imposible, dos destinos inseparables y tres reinos en busca de sobrevivir, las nuevas cortesanas no son más que her...