09

334 50 1
                                    

Yibo rueda nuevamente en la cama. Zhan le había dicho que podía dormir en el cuarto de sus padres, aceptó sin problema. El único inconveniente es que el insomnio ya hacía parte de él y la lluvia de fondo tampoco ayudaba de mucho.

Trato de cerrar sus ojos para poder dormir así sea un poco, el dormir en una casa ajena no era de su preferencia, pero gracias a su estupidez y su mala memoria le tocó está vez hacerlo. No tenía más opción.

Sin embargo mentiría si dijera que se sentía incómodo, al contrario, se siente bastante bien.

—¿Puedo dormir contigo?. — Una voz temblorosa suena desde la puerta en la habitación. Su mirada se dirige a un Zhan asustado apretando la sábana entre sus manos.

—¿Por qué?. — se atreve a preguntar, riéndose del estado contrario y de la ternura que le genera.

Zhan se ve incómodo, prefiere no contestar. Yibo asiente sin problema, teniendo en menos de un minuto al peli-negro a un lado suyo apenas el trueno resuena en sus oídos.

Varios minutos permanecieron en silencio, Lee solamente escondiéndose bajo las sábanas apenas un trueno aparecía, Yibo riéndose y el insomnio siendo parte de ambos chicos que no tenían nada más bueno que hacer.

—¿Y si jugamos uno?. — propone Zhan, en medio del silencio incómodo para él, sin mirar a Yibo en lo absoluto.

—vale.


—¡Uno!. — grita con orgullo Yibo con la única carta en sus manos.

—¡Eso no se vale!. — reprocha Xiao, terminando de tragar las papitas que ya hacían en su boca.

Zhan teniendo su última esperanza para poder ganar mira a Yibo con burla, tomando la carta que le ayudará a obtener la victoria entre su mano sin que el pelinegro logre verla.

Yibo estaba convencido de que aquella partida sería suya, hasta que el de al frente posiciona sobre su anterior carta un +4, dejando caer su mandíbula de impresión y casi de inmediato un puchero formarse en sus labios al ver que estaba perdido.

—¡Come cuatro, tonto!. — recalca Xiao con una sonrisa satisfactoria en su rostro.

La última hora entre insultos, indignación, victoria, diversión y burla fueron pasando demasiado rápido. Siendo casi las doce de la noche aún no podían dormir.

Sentados en el sofá veían una película, sin nada más que poder hacer ya se habían acabado la mayoría de comida que Zhan tenía, los juegos de mesa para ambos le eran aburridos, solo era su única opción.

Manteniendo la distancia ambos observan concentrados en la trama de la película, Zhan por su parte se sentía identificado totalmente con uno de los protagonistas.

Aquella pobre chica que tanto ruega internamente por el amor del chico le conmueve, la manera en la que pide pero no sé atreve a algo realmente. Se siente tonto.

—¿Estás llorando?. — pregunta Yibo, acercándose peligrosamente a su rostro para verificar en la oscuridad de la sala las gotitas de lágrimas bajando por sus mejillas.

Con la manga de su camisón Zhan limpia todo ese rastro de tristeza que se deslizan por sus mejillas, sin saber porque los brazos ajenos envuelven su pequeño cuerpo de imprevisto, abriendo sus ojos ante tal cosa.

No lo vio venir, sin embargo le abraza de igual manera, quizás el abrazo para el peli-negro no significaba nada, para él, si y mucho. Su corazón late con rapidez y una sonrisa involuntaria aparece en su rostro de inmediato.

—Gracias.

—No es nada. — dice Wang sin separarse. Al contrario, pide quedarse ahí por la calidez que siente en ese momento, algo tan bonito y tan extraño.

Yibo separa su rostro del cuello ajeno, observando el bonito rostro de Xiao, tan hermoso se podía decir. Aquellos ojos pequeños llenos de un brillo indescriptible, bajando hasta sus labios. Esos mismos que probó la noche de ese sábado, extrañamente con ganas de más.

—¿Puedo?. — pregunta antes de hacer una estupidez, realmente tiene curiosidad de saber si sentiría lo mismo que aquella vez.

—¿Puedes qué?. — Zhan no entiende o más bien no quería hacerlo, fingía ser inocente a lo que fuera hacer el pelinegro.

—Esto.

Dijo Zhan antes de cortar los pocos centímetros que los separaban, juntando sus labios sin moverlos.

Siendo Yibo tomando la iniciativa para comenzar un ritmo lento, Zhan entró en shock tratando de seguirle torpe. Las manos de Xiao apretando la camiseta del más alto y las mariposas en su estómago revolotean sin control.

En cambio Yibo sentía algo que realmente le gustaba, no entendía de como, pero solo quería perderse en esos labios adictivos hasta quedarse sin aire.

—Creo que si soy gay. — habla Yibo apenas se separan, con el sentimiento extraño dentro suyo que con las chicas ya no sentía.

ꜱɪᴇᴛᴇ ᴍɪɴᴜᴛᴏꜱ ᴇɴ ᴇʟ ᴘᴀʀᴀÍꜱᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora