13 ᴊɪʏᴀɴɢ

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Cansado, así se podía definir aquel pobre chico que con la mano sobre la correa del perro se esfuerza en seguirle el paso. Casi corriendo con el can, paran en una esquina cuando su mascota se digna a descansar después de haber recorrido tres cuadras enteras.

Suspira más que agotado, buscando de oxígeno obligado a doblar un poco sus rodillas y poder sostenerse de estas mismas. El animal se encuentra tranquilo, esperando a que su dueño con poco estado físico se recupere para poder correr las quince cuadras que le faltan para llegar a casa.

—Espera ahí, Max. — murmura Yang como puede, el perro insistiendo en seguir el camino de la misma forma y el solo podía declararse hombre muerto.

Caminando unos pocos metros para poder sentarse en una de las bancas de aquel parque reconocido. Por fin puede sentirse relajado apenas estira las piernas, cierra los ojos y el viento fresco de ese jueves en la tarde le azota de la mejor manera, otorgando tranquilidad y paz a su ser. Simplemente perfecto.

Su tranquilidad y descanso duró muy poco apenas siente como su mascota ladra con fuerza, obligado a abrir sus ojos y como instinto agarrar la correa del perro que a pesar de estar amarrada aun así prefiere evitar un posible desastre y multa.

—Woah, tranquilo chico. — Un sudado Haoxuan se agacha a la altura del perro, sonriendo de la manera más bonita que JiYang haya podido ver, cayendo a sus pies a pesar de que aquel gesto no estaba dirigido a él. Como si fuera todo un experto Wang logra calmarlo a los pocos segundos, acariciando el suave pelaje de aquel dálmata que al principio parecía ser agresivo.

—Hao... — Yang se queda admirando tal perfección enfrente suya. Realmente no existía algo que le desagrade de Haoxuan. —Es impresionante, Max es muy agresivo con cualquier persona, pensé que te mordería.

—He tratado con todo tipo, es muy fácil lograr calmarlos, si no muestras una actitud agresiva o que le pueda dar a entender al perro que eres peligroso o sospechoso probablemente no te ataque. —Contesta el mayor dejando a un lado las caricias dadas en el pelaje del animal para sentarse al lado del castaño.

JiYang podía estar todo el día solo mirando a tremendo ser humano que tiene al lado, y sus expresiones lo confirman, en la forma como sus ojos no se despejan de aquellos brazos definidos y aquel rostro tallado por los mismos dioses con algo de sudor y cabello pegado en su frente. La octava maravilla del mundo.

—¿Que hacías por este vecindario? — pregunta Wang. Sacando casi completamente de sus pensamientos al de brackets para buscar una respuesta coherente.

—Estaba buscando comida para perro por... Tus brazos y tu rostro, Dios mío. — Yang otra vez cayó en los encantos ajenos, sin darse cuenta de la tremenda estupidez que ha dicho.

—Wow, que gran lugar para buscar comida. — Hao ríe y JiYang se avergüenza haciendo algunos gestos con sus manos para poder arreglar sus palabras.

—Digo, digo, estaba comprando comida a Max en el supermercado de la otra calle. — Dice, pasando una mano por su oreja, gesto que acostumbra a hacer cuando se encuentra nervioso. —¿Y tú?

—Estaba corriendo un poco, vivo en aquella esquina. — Haoxuan señala con su dedo el pequeño apartamento situado a un extremo de la calle.

—Oh.

JiYang calló, no quería arruinar más el pequeño silencio con algunas de sus idioteces, sin embargo, el mayor parecía ser una persona con buena plática y eso podía confirmarlo.

Desde el incidente pasado en ese mismo parque no se habían encontrado más, solo algunos ligeros encuentros en los pasillos de la escuela o Yang se dignaba a espiar al pelinegro en los recesos. Lo normal.

ꜱɪᴇᴛᴇ ᴍɪɴᴜᴛᴏꜱ ᴇɴ ᴇʟ ᴘᴀʀᴀÍꜱᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora