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SI LE PREGUNTABAN A SHIORI qué era lo que sentía en ese momento, ella respondería con un "nada". Su rostro se mantenía inexpresivo mientras a su lado la pelirroja sostenía una sonrisa leve, miraba los árboles pasar y pasar sin cesar mientras se dirigían a un lugar lejano del cual no tenía idea de cómo se llamaba. Según Makima se dirigían a una fábrica donde habitaba el demonio de los zombis y lo eliminarían.
Resoplo para luego apoyar su cabeza en el hombro de la de trenza, esta acarició sus cabellos para luego volver a su misma posición de antes, Shiori pensaba las una y mil maneras de como eliminaría ese demonio, sin embargo, mientras más se acercaban al lugar el olor nauseabundo de la sangre llegó de golpe a su sensible nariz, se enderezó de nuevo tapando con una mano la mitad de su cara y sus ojos se volvieron algo llorosos.
―¿Shori? ¿Estás bien? ―cuestionó la pelirroja, dándole una mirada fija. La albina asintió antes de responder con voz suave.
―Creo que alguien ya aniquiló al demonio, Makima, el olor es demasiado fuerte.
―Oh, ya veo.
Shiori rodó de manera disimulada sus ojos, no esperaba más de dos palabras. Alzó sus hombros restándole importancia, pocos minutos después el auto que las transportaba paró, las dos femeninas se miraron unos segundos ante de salir y comenzar a ingresar a aquel lugar abandonado seguidas de dos hombres musculosos.
La albina analizó con cuidado el entorno, había varios miembros fuera del lugar, sangre y órganos regados por el suelo y el fuerte olor a sangre que poco a poco mareaba a la chica. Su mirada se dirigió al único cuerpo que se encontraba de pie en medio de aquel desastre de cosas desagradables, sus orbes dorados analizaron al individuo con lentitud. Su cuerpo comenzó a temblar de manera inconsciente los latidos de su corazón se aceleraron de forma inusual y un escalofrío recorrió su columna, sentía que ya había tenido la oportunidad de toparse con esa increíble aura que desprendía el individuo, pero se le era difícil recordar.
