LUNA DE SANGRE l 𝐀𝐆𝐔𝐒𝐓𝐃 𝐱 𝐉𝐈𝐌𝐈𝐍 𝐱 𝐒𝐔𝐆𝐀

12. Témeme.

— Declara tu crimen.

El rey se agachó burlonamente frente al criminal arrodillado, esperando su respuesta. Como era costumbre, los brazos del prisionero estaban atados con una cuerda pesada frente a él, con una venda cubriendo sus ojos.

El hombre que sollozaba tontamente permaneció en silencio. Los ojos del rey se dirigieron a su consejo de confianza, que respondió obedientemente por el convicto.

— Su nombre es Kim Jeong-wu. Ha sido declarado culpable, robo extorsición y asesinato de una familia.

Los ojos oscuros de el Rey volvieron a bajar, calmadamente volviendo a enfocarse en el hombre. Él sonrió y sacudió la cabeza.

— Tsk, tsk, tsk. ¿Es eso cierto? — El rey respondió lentamente, su voz profunda y áspera arrastrando las palabras con cada palabra, provocando escalofríos en la columna vertebral de todos los testigos en el patio hasta el baekjeong (verdugo) que estaba parado detrás del prisionero, esperando que le dieran la orden de matar.

—¡No, Rey ! ¡Por favor! ¡Me arrepiento! ¡Por favor perdóneme!

Min dejó escapar una sonrisa espeluznante por el sin sentido, el arrepentimiento luego de ser capturado era tan ridículo y repugnante. El Rey se pasó agitó la man, dando una luz verde no verbal al verdugo.

El prisionero fue empujado hacia adelante y, con un rápido movimiento, el baekjeong descargó su espada en la parte posterior del cuello del prisionero, decapitándolo. Hundiendo su espada en la tierra blanda con un ruido sordo. Jimin había escuchado muchos rumores sobre el rey loco: Fue producto de una maldición, exhiliado por su padre antes de ser colgado por el asesinato de algunos  sirvientes. También que su palacio estaba decorado con las cabezas de sus enemigos en estacas. Pero todos estos rumores solo llevan a una conclusión: El rey loco no era un hombre misericordioso.

El cuerpo fue retirado.

—¿Quién es el siguiente? —Preguntó el rey recuperando la compostura para poder completar su última labor del día.

— Nos queda un prisionero más por el día, Rey Min. Su nombre es Park Jimin. Acusado del robo y

El prisionero fue empujado hacia el centro del patio y bruscamente arrojado de rodillas al pie de las escaleras frente al Rey. Tenía las manos atadas con una cuerda detrás de su cuerpo, pero la venda de los ojos colgando suelta alrededor de su cuello. Su cabello sucio y desaliñado había caído sobre su rostro y su camisa rota colgaba completamente de su hombro tonificado. Su cuerpo parecía estar exhausto.

— ¿Por qué lo han traído de esta manera? — El Rey exigió, fastiado. El general tragó saliva con nerviosismo, aterrorizados por haber enfadado al rey.

— Lo siento mucho, su majestad. — Se inclinó desesperadamente. — Debe haberse quitado la venda de los ojos él mismo.

Uno de los oficiales entró en pánico y corrió hacia el centro del patio para reajustar desesperadamente la venda de los ojos del difícil prisionero.

El Rey levantó la mano.

— Detente.

La voz del Rey resonó con fuerza en Plaza del Palacio. Ante esto, el acusado levantó su fatigada cabeza para mirarlo. Su cabello sucio y desaliñado había caído sobre su rostro y su camisa rota colgaba completamente de su pecho tonificado. Su cuerpo parecía estar exhausto, pero sus ojos brillantes miraban fijamente al Rey a través de su cabello, sin miedo.

— Eres el  rey loco  del que todos hablan...— se burló Jimin, sin molestarse en ponerse de pie y desperdiciar su poca energía para inclinarse ante un tirano. El rey se quedó desconcertada por un segundo. Estaba esperando que el humilde campesino se arrodillara, con la cabeza en el suelo y pidiera perdón como los demás antes que él.— Realmente eres tan cobarde como dicen que eres... escondes tu rostro, te escabulles por la ciudad como una rata y encarcelas a personas inocentes... Es por eso que tu gente te desprecia. — continuó, sin saber a dónde iba esta conversación pero seguro de que podría ser la última. Bien podría usar sus últimas palabras para insultar a un miembro de la familia real por los años de carencias y sufrimientos.