CAPÍTULO 1: Como conoció a Galahad

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Amael Gremory detestaba estar siempre detrás de su tía. Por mucho que cumpliese misiones difíciles, siguiese a rajatabla las directrices de sus padres y no hubiese puesto pegas al matrimonio pactado que le habían impuesto, nada cambiaba.
Detestaba que a Rias siempre, como niña mimada que era, le permitieran de todo, le consiguiesen piezas variadas y versátiles, mientras que él sabía a ciencia cierta que las iba a tener que buscar de su propia mano.

Amael tenía su propio territorio humano que, a diferencia de Rias, se había ganado por su cuenta, participando en un combate contra Zephyrdor Glasya-Labolas, candidato a heredero del clan Glasya-Labolas. Este territorio se le conocía como Gumilosk, un territorio no muy lejos de Kuoh, el territorio que compartían Rias y Sona Sitri como regalo de sus padres.

Amael era un joven de más de cuatrocientos años, pero debido a ser un demonio, aparentaba solo diecisiete años, de pelo color rojo carmesí, ojos azul celeste, casi verdosos, y sonrisa deslumbrante. Era alto, más que su tía Rias, y tenía un cuerpo muy cuidado y musculoso, rivalizando con el de Sairaorg Bael, conocido como el joven demonio más fuerte. Si Sairaorg era el más fuerte, sin lugar a dudas, Amael era el más hábil e inteligente, pero como aún no tenía séquito, no podía aspirar a enfrentarse con los otros jóvenes demonios en distintos Rating Games.

 Si Sairaorg era el más fuerte, sin lugar a dudas, Amael era el más hábil e inteligente, pero como aún no tenía séquito, no podía aspirar a enfrentarse con los otros jóvenes demonios en distintos Rating Games

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Fue por eso que, un día, sin avisar a nadie, decidió comenzar a viajar por el mundo en busca de piezas. Ya estaba cansado de hacer absolutamente todo lo que le pedía su padre, sabiendo que jamás subiría puestos en la línea sucesoria. Hasta el pequeño Millicas, su hermano menor, estaba por encima suyo. ¡Él había participado en la Gran Guerra, luchado al lado de su padre! Pero no... El pequeño Millicas y su tía mimada, Rias podían heredar, mientras que a él le tocaba esperar. Eso desencadenó en que Amael crease un círculo mágico y desapareciese de su cuarto, directo a un lugar que le llamó ligeramente la atención... Palestina, donde corría el rumor de que, antes de que Dios convirtiera el Santo Grial en un Sacred Gear, en una cueva secreta, había estado escondido el cáliz del que bebió Jesucristo en la última cena.
Según las historias que Amael leyó de pequeño, cientos de valerosos hombres habían intentado encontrarlo a lo largo de la historia, pero ninguno lo había logrado, ninguno salvo un caballero, Galahad, un caballero leal al célebre Rey Arturo, conocido como el caballero más grande de todos los tiempos.

Había rumores de que, como había bebido del Santo Grial, ahora era inmortal, por lo que varios demonios habían pasado años y años intentando reclutarle para sus séquitos, pero Galahad era un hombre muy honorable y siempre rechazaba sus ofertas a ser capaz de leer sus verdaderas intenciones.

Amael, sabiendo que su cabello carmesí iba a llamar demasiado la atención en Palestina, creó con magia algo de ropa típica del lugar, siendo esta una túnica blanca y un pañuelo negro a la cabeza. Se puso unas gafas de sol para fingir que le molestaba el calor, pero era principalmente para que ningún demonio que estuviese por el lugar lo reconociera.
Cuando era un demonio de clase alta como Amael, detectar lugares en los que la magia estaba presente resultaba muy fácil, por lo que no resultó ser complicado.

Amael alcanzó sin problemas una taberna, escondida en un callejón oscuro y apartado y, sin dudarlo un solo instante, entró. El lugar parecía ser más un club de peleas que una taberna, ya que lo primero que encontró en el lugar fue a dos personas peleando entre ellas.
Amael las esquivó con facilidad y se acercó a la barra. Ahí fue enseguida atendido por una hermosa mujer, vestida de traje cual barman.

Amael GremoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora