Oído: El cantar de una sirena
Hasta ese preciso momento no había caído en cuenta cuánto extrañaba el sonido de su voz. Quizás era 10% culpa de la nostalgia y 90% culpa de aquella encantadora risa que Adora se mandaba.
¡Inevitable quedarse absorta escuchándola! Con la mirada soñadora y totalmente anonadada... Después de todo, hace algún tiempo tristemente había asumido que no volvería a tener el dichoso placer de escucharla.
Para su suerte las tornas de su vida habían mejorado, ella de bando había cambiado y ahora podía gozar de ese pedacito de melodía que este soleado día de picnic con las princesas, sus ahora amigas, le había otorgado.
Era lindo verla interactuar tan relajada, sin gruñidos o gritos de batalla. Verla tan pura, tan libre, querida y feliz; y saber que ahora ella también era parte sana de ese convivir.
Casi estuvo a punto de, nuevamente, ir en espiral descendente, arrepintiéndose del tiempo perdido al estar obnubilada por la ira, las heridas y los celos desmedidos. Pero ya Perfuma le había dicho varias veces, casi como un mantra, que debía dejar de torturarse, soltar aquel pasado y solo disfrutar de los buenos momentos que la vida le daba.
Después de todo ella ya no era la misma, ella cambió, estaba sanando y cada día poco a poco mejorando, librándose de la tóxica sombra de la horda que tanto mal le había perpetrado.
Inhaló y exhaló profusamente, soltando con el aire sus cargas y volviendo a concentrarse en el "aquí y ahora" como Scorpia y Perfuma tanto le recomendaban. Para su buena suerte fue fácil gracias a una nueva cantarina risa de su rubia adorada.
En sus días de hordianas, a pesar de toda la seriedad y tratos bruscos de los que estaban rodeadas, se las había arreglado para sacarle risas a su amiga de la infancia. Pero incluso el dulce sonido de esos pocos pero buenos recuerdos, que no estaban manchados por los maltratos de la hechicera carmesí de cabello negro, no eran nada en comparación a lo escuchado el día de hoy.
Era simplemente un regalo, el más bello, poder escucharla tan tranquila y afable,
como el armónico trinar de una pequeña y hermosa ave.
O quizás como el canto de una mística sirena,
que con solo su voz atrae y encanta,
enamora y enreda.
Como sea que fuese, mentalmente se propuso con firmeza no dar por sentado el sonoro obsequio. En su lugar diariamente se esforzaría para que su novia emitiera aquel dichoso canto. Era una nueva meta en su vida mantener a la sirena cantando.
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Sentidos Felinos
FanfictionCaptándola con los cincos sentidos en cada etapa de sus vidas, desde el confuso inicio hasta su feliz final.