Caos y letras

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¿Quién eres tú para hablar del caos que duerme en mis lagunas desde hace tantas lunas? Soy aquel que espera en este navío podrido, aquel que se ha perdido entre el papel y la tinta, buscando el mandato, tratando de tocar el horizonte, el filo del caos y el principio de todo.

En mis sueños se ha presentado un navegante anónimo de sueños rotos, un intruso a vapor cuyos mares no se detendrían hasta que se diera cuenta de lo que siempre fue: el mismo fantasma, intentando tocar corazones hechos de seda, el único problema... es que no sabe cómo tejerlos a medida, sin dejar muchas costuras.

Padre, dijiste que debo ser fuerte, pero creo que duraría una eternidad intentando alcanzar lo inalcanzable, tratando de acomodar mis palabras en espacios reducidos, tratando de darle rayos de sol a mis plantas, a mi sonrisa. He aprendido a tomar las riendas y debo decir que a veces temo soltar las cadenas, mis manos marcadas por el pánico de dejar la felicidad atrapada entre la mugre, temo mostrar cada grieta.

Vivo en cartas de incógnita, creadas en cada rincón de mi cabeza. ¿En qué me he convertido? Aún le pregunto al silencio quién soy realmente... pero solo calla, enseñándome a observar. Ahora no soy tan valiente como lo era de niño, adentrándome en la penumbra tratando de encontrar el botón oculto bajo el concreto. Y así como el temor corre por mis venas, mis pensamientos se descontrolan y pienso que no pensar demasiado podría ayudarme. Porque ahora, mírame, he aprendido a nadar en la nada, he aprendido a observar entre miles de grietas, algunas tan comunes y otras tan dolorosas.

Lo único que me ha ayudado en medio de tanto caos es escribir, especialmente cuando algo se quiebra en mí. Veo arte en lo fraccionado. Observo a personas tristes expresándose con versos de nostalgia variada, dándome cuenta de que no soy el único navío polvoriento.

Ahora, mi único refugio en las noches en las que mis sueños divagan es... la nada. Pierdo los estribos, me pierdo sin expectativas, regalando mil silencios al corazón o al alma, escuchando voces en cada horizonte, observando miradas, algunas tan perdidas como otras, algunas tan erráticas como las anteriores.

En algunas miradas hay amor, y es que me resulta difícil hablar de ese tema. Podría tratarse de algún temor naciente, porque en realidad no entiendo el idioma de los apegos y las raíces. Mi yo comprende de paseos estrellados contando historias vagas sobre el peso recurrente, escuchando los gritos existentes en mi.

Madre, me he convertido en un portavoz en la literatura, he hecho un pacto con la soledad tratando de descubrir el misterio de la paz, en la tranquilidad de la escritura, porque es lo único que me mantiene en equilibrio.

-RonaldCz

El Renacer de la Mente: Más Allá del Basurero del Pensamiento. «Edicion»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora