Sueño Efímero

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El flechazo a primera vista.

Apreciando cada detalle de ella en primera fila, observando cómo sus cachetes se ensanchaban mientras se asomaba una sonrisa como diamantes, tal vez podía ver el amanecer en ella. El clima a su lado se sentía cálido y tranquilo, como armonioso. ¿Quién ganaría en su vaivén de sonrisas y miradas?

Normalmente, cuando sentía esa emoción por alguien que podía darle forma a su corazón sin sentir ese "algo", simplemente... se sentía bien, como a toda marcha acelerándose explosivamente. Me pareció extraño no sentir tal acontecimiento, la situación ocurría de igual forma. ¿Quién demonios eres? ¿Buscas algo de mí? ¿Por qué no sentí los nervios corriendo por mis venas? ¿Por qué no sentí esa inseguridad en mí mismo, preguntándome: "¿Qué pensará de mí? ¿Sentirá la misma conexión?" De alguna forma así me sentía allí, no feliz ni triste... pero seguro. A continuación, caminábamos sobre una pradera, dirigiéndonos hacia donde nos llevara el viento, donde terminaríamos sentados en el césped. A la vista, una gran vegetación verde nos rodeaba, como si se tratase de una escena de película romántica, donde no se tiene la menor idea de dónde estar ni adónde ir. Terminamos en un bosque donde la vista era perfecta, el aire y todo predominado por árboles.

—Espero no estar soñando. —dije en voz baja, mientras ella sacaba una caja de cigarros y repartía uno a cada uno.

Éramos tres personas en ese instante, una chica a la que acababa de conocer, la cual hablaba demasiado pero no me incomodaba, ya que así se podía matar el silencio. Yo, un joven de dieciocho años, sin saber lo que estaba pasando, perdiéndome en mí mismo, aunque a veces pienso que es algo innato pensar en todo. Y al lado mío, estaba la chica que me flechó con su mirada. Unos ojos color café que llamaban mucho mi atención, y la forma de sus ojos rasgados. ¿Con qué enigma me acabo de topar...?

Mi presencia siempre fue estar callado, escuchar y de vez en cuando decir algún suceso no importante en mi vida, sino más bien ocurrente, y de vez en cuando pensar en nada. Solo quería estar allí y no escapar de aquel sitio... hubo momentos en los cuales no faltaron los coqueteos, mi mayor debilidad siempre fueron los vistazos a medio camino. ¿Qué tendría en sus ojos, si solo con verlos podía sentir el paraíso y el infierno al mismo tiempo? No soy de esas personas que expresan muchas emociones faciales, soy más de expresarlas adentro de mí y de contemplar sin recitar ni una sola letra.

Al caer la noche, no quería irme, aunque ella tuvo que marcharse, y decidí acompañarla hasta la puerta de su casa. Nos pedimos un beso en la mejilla y, por supuesto, no podía faltar el último vistazo del día mezclado con una sonrisa. Aquello me dio un aire de poder marcharme en paz. Desde esa salida, yo deseaba verla con frecuencia. Verla aunque fuera por unos instantes y sucedió que salimos más seguido. En una de esas la invité a ir a un parque de diversiones y ella accedió a mi pregunta. Organizamos todo por chat, la hora y el lugar donde nos encontraríamos. Pude sentir la emoción. Al final, pudimos vernos y, al cabo de unas horas, luego de bromas y empujones, se presentó el primer beso. En cuestión de segundos se apoderó de mí "el todo". Podía escuchar sus esculpidos labios, podía escuchar hasta las mismísimas vibras en ese entonces... Sentía que mi cuerpo volvía a la vida.

Aquello era aterrador y emocionante.

Todo marchaba bien, como suele ocurrir al inicio, bueno, no siempre. Hasta el punto en el que los cuervos percibieron nuestro aroma. Es cuando la guerra comenzaría, una pequeña guerra que se convirtió en una catástrofe, y las voces terceras comenzaron a hacer de las suyas.

Aún recuerdo aquel 29 de enero como si fuera ayer.

No te culpo, ni me culpo. Cada quien cambia a su manera y deja de ser quien fue antes, y así renace en su nuevo yo.

Todo estaba imprevisto, o tal vez aún no lo sé. Las personas siempre se llevarán sus secretos a la tumba. Fue entonces cuando decidiste recitarme las palabras: "Márchate, no vuelvas a escribirme".

No dije nada más. Acepté su decisión sin saber el motivo, suponiendo que no lo decías en serio y que era solo parte de tu bipolaridad. Tal vez me pediste tiempo con algún pretexto sin sentido y llegué a la conclusión de que no estabas jugando. La realidad pasó a través de mis ojos al ver tu rostro, cuyas expresiones lo decían todo. Me preparé para marcharme lo más rápido posible.

"Aléjate lo más rápido y lejos de esta situación", decía mi cabeza mientras caía en una ilusión construida sobre el mal diseño de mi vida amorosa, culpando al arquitecto de mis desgracias. Mis intentos de abrir de nuevo mi corazón fueron en vano. Los causantes de mis tormentos ya no eran solo el diseño, sino también el clima emocional. Cada minuto me alejaba hacia lo desconocido. ¿Será este el nuevo comienzo del "Llanero solitario"? Y si es así, que las bocas calumniadoras y habladoras de rumores falsos se pudran en el fango. Mis presentimientos siempre fueron claros: esta sería la última vez que nuestros corazones dejarían de latir al mismo ritmo, que nuestras sonrisas ya no serían para mí.

Y de repente despierto, dándome cuenta de que he estado navegando en un mar de sueños, con días soleados y tormentosos. "Solo era un sueño", me digo a mí mismo.

Fin.


-RonaldCz



El Renacer de la Mente: Más Allá del Basurero del Pensamiento. «Edicion»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora