Jimin
Con el horario impreso del primer show de Melbourne en mi mano, presioné el botón del ascensor y entré. Ya había enviado por correo electrónico el itinerario a cada uno de los chicos, pero me hacía sentir mejor entregarles personalmente el programa para que no pudieran discutir que no habían revisado su teléfono.
Músicos. Lo que nadie te decía sobre el trabajo era que a veces eras la niñera glorificada.
La puerta del ascensor se abrió a uno de los restaurantes del hotel, donde Jin me había dicho que los chicos estaban almorzando, y los vi en la terraza. Era un día cálido y soleado, y una ligera brisa ondulaba en el patio cuando salí.
—Buenos días —dije, cubriéndome los ojos mientras miraba a cada uno de ellos, asegurándome que no estuvieran luchando por recuperarse de ninguna fiesta nocturna que yo no supiera. Pero nadie parecía tener resaca o algo peor por el desgaste... aunque faltaba una persona en la mesa—. ¿Dónde está Vante?
—Todavía en la cama —respondió Jin.
—¿Por qué?
RM apuñaló algo en el plato de Jin y se lo llevó a los labios.
—Tal vez tenga una razón de peso para estar allí.
Se me revolvió el estómago, una reacción inesperada, pero mantuve mi expresión neutral.
—¿Eso es un hecho?
—¿Cómo coño voy a saberlo? —dijo RM que entre masticadas—. Pero normalmente es la única razón por la que no se presenta a desayunar.
Bien. Claro que sí. No era como si no supiera que ninguno de estos tipos podía recibir visitas a cualquier hora, pero Vante siempre había mantenido todo lo que hacía en secreto, así que ni siquiera yo me había enterado.
—¿Eso es para nosotros? —Suga asintió a los papeles que tenía en la mano.
—Uh, sí. —Me enderecé, como si no me afectara en lo más mínimo la ausencia de Vante, porque no lo hacía, pasé los itinerarios alrededor de la mesa—. La recogida será en la entrada trasera. No lleguen tarde.
Girando sobre mi talón, abrí la puerta cuando J-hope dijo:
—¿Quieres unirte? ¿No? Muy bien, entonces.
No, no me uniría. En vez de eso, me castigaría llamando a la puerta de Vante para entregarle en mano el horario y asegurarme que no se desmaye en su propio vómito.
Y mientras estuviera allí, tal vez echaría a cualquier invitado que pasase la noche. Ya sabes, para mantenerlo en el camino de las actividades del día.
Sí, claro, por eso te diriges a su habitación. No es porque quieras pillarle con alguien para que esta ridícula atracción se vaya a la mierda.