Touhou Seibutsudokei~Biological Clock (Remake de Biological Clock/TouhouMaria#3)

Capítulo 47: Dies Irae¹ (1/3)[+10]

¹El término «Dies Irae» significa «Días de Ira», el cual hace referencia a un himno escrito y compuesto en el siglo XIII por algunos de sus autores, entre ellos el franciscano Tomás de Celano (1200-1260), el papa Gregorio Magno, entre otros.

Este poema medieval describe, con lujo de detalle, el día del Juicio Final, donde se anuncia la última trompeta que levantará a los muertos ante el trono divino, lugar en el que los elegidos serían salvados mientras los condenados son destinados a ser arrojados a las llamas eternas del infierno.

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《El siglo XXI es una época compleja e imprevisible. Nuestros hábitos de pensamiento y nuestros valores, que hasta ahora parecían establecidos, están siendo desafiados》.

~Hayao Miyazaki.

En un intento por hallar alguna respuesta ante las interrogantes relacionadas a los diarios y papeles encontrados en el fortín, Aliza decidió pasar en vela estudiando los papiros pigmentados de tinta roja y suciedad al tratar de descifrar los secretos ocultos en ellos.

Secretos de los cuales, aunque intentabas excavar en lo más profundo del pozo de la incertidumbre, fueron hallados en vano debido a la fragilidad de la hoja, la ilegibilidad de los garabatos o, quizá, ser producto de alguna mente trastornada en el pasado.

Con un suspiro, llevando sus manos a su rostro y apartando los mechones de la frente, movió su cabeza hacia atrás y cerró sus ojos para apaciguar su cansancio pidiendo a gritos dormitar al lado de Flandre, Toulouse y Selene, esta última descansando.

Hice todo lo que podía, y aun así...no logro conseguir nada.

Pensó, derrotada, al levantarse de lo poco que quedaba del escritorio de su hermano; anterior a su anhelado sueño, esperando pacientemente con los brazos abiertos de Morfeo, el dios misericordioso del sueño, subió hacia los escalones del segundo piso casi extinto con la esperanza de conseguir una almohada en medio del último bastión de los recuerdos más felices de su infancia, ahora siendo consumidos por las arenas del olvido salpicando el desierto del consciente humano de su propio ser.

Pero había algo más importante, y era revisar los restos de su cuarto al girar su perilla; el ambiente calmo y sigiloso, antes pesado como las cadenas oxidadas del paso del tiempo, ahora era triste: sus juguetes más queridos (y los pocos que tenía) apenas pudieron sobrevivir a las flamas del incendio, quedando sólo en pequeños montones quemados de metal, madera o tela.

Como si de un sueño en el que no pueda despertar nunca más, las luciérnagas emergieron de la oscuridad al mostrar sus hermosas alas adornadas de oro, plata y diamantes tan brillantes como el Sol y la Luna danzantes en un vals de ensueño, entrelazados en un abrazo con el fin de apaciguar la pérdida de todos aquellos quienes perecieron a las oscuras y esqueléticas manos de guerras sanguinarias. Producto de conflictos sin ningún sentido, cometidas por los deseos egoístas de quienes no se sienten satisfechos con lo obtenido.

Como si el mundo se terminara en un solo parpadeo, convirtiendo todo lo hermoso en un cementerio de las ruinas de lo que alguna vez fue un anhelo. Un deseo por un lugar al cual llamarlo un verdadero hogar.

—Dios, si de verdad me estás escuchando, dime esto con esta pregunta: ¿cuál es el precio por tanta maldad en los corazones de los hombres?—murmuró con una voz temblorosa, casi al borde de las lágrimas al sostener en sus manos el luna dial de Selene. 

Podía memorizar la tierna sonrisa de aquella dulce niña, adornada en una guirnalda de flores y una promesa de amor fraternal en dos hermanas distintas mas unidas sin importar si sean de la misma sangre o no.